Por primera vez en más de 200 años de historia independiente, México ha roto una barrera significativa: una mujer ha sido elegida para ocupar la presidencia. Este logro histórico transforma el panorama político y establece un precedente vital que trasciende las fronteras de la política. La elección de una mujer como líder nacional no solo desafía las tradiciones de liderazgo exclusivamente masculino, sino que abre nuevas posibilidades para las mujeres en todos los ámbitos de la sociedad.
'Mamá, cuando sea grande quiero ser presidenta'
Más allá de las diferencias políticas que puedan existir, este evento debe ser visto como un símbolo potente en la lucha más amplia por la igualdad de género. Demuestra que el sueño de ocupar la posición más alta del país es ahora una realidad tangible para las mujeres e inspira a futuras generaciones a imaginar y alcanzar sus propios objetivos ambiciosos. Les aseguro que de ahora en adelante tomaremos con más seriedad en el momento que nuestras hijas nos digan: “cuando sea grande quiero ser presidenta”.
La importancia de tener modelos a seguir como este se refleja claramente en las experiencias de mujeres líderes en otros ámbitos. Ursula Burns, quien fue la primera mujer afroamericana en dirigir una empresa Fortune 500, Xerox, ha compartido abiertamente cómo la ausencia de mujeres, especialmente mujeres de color, en roles de liderazgo empresarial complicó su capacidad para imaginar su propio camino hacia la cima. Su experiencia y su posterior trabajo para promover la diversidad y la mentoría destacan la importancia de los referentes para las generaciones futuras, mostrando que ver es poder aspirar.
Del mismo modo, Sheryl Sandberg, ex directora de operaciones de Facebook, ha discutido en su libro "Lean In" los retos de trabajar en un sector dominado por hombres. Sandberg subraya cómo la ausencia de mujeres en roles de liderazgo complicó su propio desarrollo profesional, y cómo la falta de referentes femeninos a menudo lleva a las mujeres a luchar con el síndrome del impostor y a subestimar sus capacidades.
Estos ejemplos subrayan cuán vital es para las niñas y jóvenes ver a mujeres en posiciones de liderazgo, ya que proporcionan un esquema claro de lo que pueden aspirar a ser. La presencia de mujeres en estos roles no solo inspira, sino que también normaliza la idea de la mujer en el poder, diluye las barreras de género y amplia los horizontes de lo que las futuras generaciones considerarán alcanzable.
Este tipo de referentes no solo inspira, también educa. Nos enseñan por igual que los sueños no están limitados por las estructuras tradicionales de poder y que pueden alcanzar cualquier meta, incluyendo la presidencia de un país.
Medidas concretas para un futuro paritario
A pesar de los avances significativos que se han logrado, la lucha por la igualdad de género está lejos de terminar. La elección de la primera mujer presidenta en México es un paso monumental, pero también es un recordatorio de que aún hay mucho trabajo por hacer para cerrar las brechas de género en todos los ámbitos de la sociedad. En la administración actual, se implementó un gobierno paritario donde la mitad de las secretarías de Estado están dirigidas por mujeres, una situación que actualmente se observa en solo 13 países del mundo.
La presidenta electa, Claudia Sheinbaum, también ha comprometido su agenda de género a avanzar hacia una igualdad real en condiciones económicas, profesionales y políticas para las mujeres, así como a garantizar el derecho a la justicia con una perspectiva femenina. Estos esfuerzos abonan significativamente para el empoderamiento de las mujeres en roles de liderazgo, lo que muestra que el camino hacia la equidad está en constante progreso.
¿Cómo podemos continuar este impulso y asegurar que la igualdad de género no sea solo una excepción, sino una norma?
Primero, necesitamos fomentar y apoyar la educación inclusiva desde una edad temprana. Las escuelas deben enseñar sobre igualdad de género y empoderamiento femenino, no solo en teoría, sino a través de ejemplos concretos y programas de mentoría.
Segundo, en el ámbito corporativo y gubernamental, es crucial implementar políticas que promuevan la igualdad de oportunidades, como cuotas de género y programas de liderazgo para mujeres. Estas iniciativas pueden ayudar a asegurar que más mujeres no solo ingresen en campos dominados por hombres, sino que también asciendan a posiciones de liderazgo.
Tercero, es fundamental que tanto hombres como mujeres participen en la conversación y trabajen juntos hacia la igualdad de género. Los hombres deben ser aliados activos, desafiar las normas patriarcales y apoyar a las mujeres en sus luchas por la equidad.
Finalmente, cada uno de nosotros puede contribuir a este cambio al ser conscientes de nuestros propios prejuicios y respetar a los demás. Celebrar los logros de las mujeres, desafiar las discriminaciones y apoyar a las organizaciones que trabajan por la igualdad de género son pasos prácticos que todos podemos tomar.
Hagamos que el sueño de nuestras hijas de alcanzar lo inimaginable sea no solo posible, sino inevitable. La igualdad de género no es solo un ideal justo, es la base de un futuro próspero y equitativo para todos.
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Nota del editor: Laura Tamayo es Directora de Asuntos Públicos, Comunicación y Sustentabilidad en Bayer México. Síguela en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.
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