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Desafíos de una vejez sin hijos/as

Prepararse para la vejez puede ser difícil, y para quienes no somos madres o no contamos con una red familiar cercana puede presentar desafíos que requieren creatividad y planificación.
mar 29 agosto 2023 05:39 AM
Desafíos de una vejez sin hijos/as
Cuidar de nosotras mismas tiene que ver hasta con nuestros diálogos internos. En otras palabras: te toca aprender a amar a la mujer adulta mayor que ya habita en ti. No puedes amarte si te desprecias desde muchos años antes, apunta Adriana Castro.

(Expansión Mujeres) - Recientemente fue el día de los/as abuelos/as y pensé en todas las veces en que yo al ver una persona adulta mayor cometí el error de referirme a ella con el término “abuela/o”. De acuerdo con Anna Freixas Farré, gerontóloga feminista, es una mala costumbre cultural denominar a cualquier persona mayor con el término abuela, en lugar de nombrarla como una anciana o vieja. El problema es que detrás de este término se impone que el único papel relevante en la vida de las viejas es el de ser una abuela, borrando de golpe su trayectoria e identidad profesional, intelectual, política y ciudadana.

En 1982 se decretó conmemorar, a nivel internacional, el mes de agosto como el de la vejez. La composición de la población en México ha cambiado en las últimas décadas. En 2015, la población adulta mayor (60 años y más) representaba 10.9% del total de la población femenina, y de acuerdo con la Conapo se prevé que para 2030 las mujeres de 60 años y más representen 15.8% del total de población femenina.

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Prepararse para la vejez puede ser difícil por varias razones, y para quienes no somos madres o no contamos con una red familiar cercana puede presentar ciertos desafíos que requieren creatividad y planificación para abordar de manera efectiva.

Retos como la toma de decisiones. A medida que envejecemos, tendremos que tomar decisiones importantes relacionadas con la atención médica. Por eso es importante desde ahora invertir en nuestro bienestar: mientras más inviertas en tu bienestar mental y físico, más reducirás el tiempo de dependencia de otras personas en la vejez.

Otro tema es ¿Dónde vamos a vivir? Una opción es el llamado cohousing, también conocido como vivienda colaborativa que implica que un grupo de personas se unan para crear una comunidad residencial donde comparten espacios comunes y recursos mientras mantienen sus unidades de vivienda privadas. Un caso de éxito es la Casa de las Babayagas en Francia: una anti-residencia de ancianas cuyo objetivo es que las mujeres que viven ahí tomen las riendas de su vida y se apoyen de manera colaborativa para lograr un envejecimiento digno.

Otro reto a resolver es hacer la planificación financiera; esto puede ser más desafiante sin la seguridad de un sistema de apoyo familiar. Las personas sin hijos/as debemos considerar cómo financiaremos nuestras necesidades a medida que envejecemos. Así que si estamos en un periodo laboral, ahorremos lo más posible. Y esto no necesariamente se trata de matarte trabajando (porque cuando seas vieja estarás enojada con la vida porque trabajaste demasiado y descuidaste tus relaciones personales) sino más bien de administrar correctamente tu dinero.

Y hablando de relaciones personales, recuerda que tener amistades intergeneracionales es clave para una vejez sin hijos/as óptima. En este artículo te explico cómo hacerlo.

Es una realidad que no tener hijos/as nos lleva a vivir experiencias que nos aportan aprendizajes distintos de quienes sí son madres y justo uno de ellos lo encontré en la tesis de Beatriz Rodriguez Gutierrez “Mujeres, envejecimiento y no maternidad”.

Entrevistó a mujeres chilenas mayores de 60 años que no han tenido hijos/as y sus conclusiones me llevan a reflexionar que quizá las mujeres que no somos madres tenemos la oportunidad de desarrollar una mejor relación con la soledad y la autonomía porque nos habituamos con estas condiciones desde etapas tempranas.

Me refiero a que quienes son madres también experimentan soledad, pero años más adelante, cuando los hijos crecen y abandonan el nido. En relación a su autonomía, también la retoman conforme sus hijos/as crecen.

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Las mujeres sin hijos/as, al no tener que cuidar directamente de niños/as, tenemos más posibilidad para cuidar de nosotras mismas. Bueno, tomemos esta afirmación con sus debidas reservas, porque en efecto a las mujeres es común que se nos asigne todo lo relacionado con el cuidado de otros integrantes de la familia como personas adultas mayores o con discapacidad.

Cuidar de nosotras mismas tiene que ver hasta con nuestros diálogos internos. En otras palabras: te toca aprender a amar a la mujer adulta mayor que ya habita en ti. No puedes amarte si te desprecias desde muchos años antes. Si al verte al espejo solo te juzgas por las arrugas, las canas y la flacidez ¿cómo te vas a aceptar cuando seas vieja?

Te toca querer y apapachar a la vieja que se está gestando en ti. Trabaja hacia adentro, dale la bienvenida a esa anciana. Si desde ahora la miras con generosidad podrá emerger con dignidad, plenitud y de manera sabia.

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Nota del editor: Adriana Castro es psicóloga y conferencista. Es fundadora de Call to Action: una comunidad online dirigida a mujeres sin hijos/as. Síguela en LinkedIn , Facebook y/o Instagram . Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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