En ese sentido, presentan desafíos como la brecha salarial de género y la baja presencia de mujeres en el mercado laboral. Y es que sí: por un lado, se nos sub representa en roles directivos y como propietarias de bienes. Por el otro, estamos sobre representadas en la economía informal, el desempleo, el trabajo no remunerado y las responsabilidades domésticas y de cuidado.
Justo en este último punto quisiera detenerme: de acuerdo con Inmujeres, las mujeres en promedio dedicamos 50.2 horas a la semana al trabajo doméstico y de cuidados, mientras que los hombres solo 19.4 horas, una diferencia de más de 30 horas.
Ya hay ciertos avances para que esto cambie. En México, a nivel federal, a finales de 2020, la Cámara de Diputados aprobó una reforma que eleva a rango constitucional el derecho al cuidado y establece la obligación del Estado de promover la corresponsabilidad entre mujeres y hombres al modificar el artículo 4 y 73 de la Carta Magna.
Sí, son cambios alentadores a nivel macro… Y a nivel micro, ahora me gustaría preguntarte, en caso de que tú vivas en pareja, ¿Te cuesta trabajo promover con ella un cambio hacia la corresponsabilidad en el cuidado y las tareas domésticas en tu hogar?
En caso de que sí, ya somos dos. Confieso que me ha pasado. Pero ¿por qué nos es difícil? pienso que es una mezcla de factores. Por un lado, hay creencias que nos inculcaron desde niñas en relación a que a las mujeres se nos da de manera natural el cuidado, la eficiencia en las tareas del hogar o hasta la famosa multitarea que tanto daño nos hace.
También, la culpa, la autoexigencia y el perfeccionismo pueden dificultar delegar o compartir las responsabilidades con la pareja. ¿O qué tal la falta de comunicación de nuestras expectativas y las pocas habilidades de negociación? Ellas provocan que no nos animemos a hablar y, por lo tanto, que las dinámicas existentes se mantengan. Otro elemento que no ayuda es el temor a ser percibidas como "demandantes" o "mandonas" si insistimos en la corresponsabilidad en las tareas de cuidado y domésticas. Y ya para rematar, la falta de modelos a seguir: la poca representatividad de parejas que nos inspiren a practicar la corresponsabilidad disminuye nuestra confianza en poner sobre la mesa este tema.
Pero estos temores y paradigmas hay que cambiarlos. Y lo único que cura el miedo es la acción. Así que si deseas promover un cambio hacia la corresponsabilidad en el cuidado y las tareas domésticas, dentro de tu relación de pareja, busca un espacio para tener una conversación abierta y sincera sobre la importancia de redistribuir este trabajo. Expresa tus preocupaciones y expectativas de manera clara y respetuosa. Comparte argumentos sustentados de las ventajas que tiene construir un hogar igualitario. ¿No los tienes? En el
siguiente enlace los encontrarás
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