Estamos en agosto y, en el marco de la conmemoración mundial de la lactancia materna, se presenta una oportunidad para reflexionar sobre un aspecto que, aunque fundamental para la salud y el bienestar de las madres y sus hijos, sigue siendo un reto estructural en el ámbito laboral: la dificultad que enfrentan las mujeres para lactar y trabajar simultáneamente en un entorno que, en muchos casos, aún refleja las huellas del sistema patriarcal.
La dificultad que enfrentan las mujeres para lactar y trabajar simultáneamente

Este mes, más allá de los mensajes de sensibilización, debemos cuestionar la efectividad de las políticas públicas y las prácticas empresariales en la promoción de condiciones que permitan a las madres ejercer su maternidad sin que ello implique sacrificar su desarrollo profesional o su bienestar. La realidad es que, en la mayoría de los contextos laborales, la lactancia sigue siendo vista como un asunto privado, relegado a espacios no adecuados o a horarios limitados, en un escenario donde las estructuras patriarcales aún permean en las políticas de los centros de trabajo.
El sistema patriarcal, que ha estructurado las relaciones sociales y laborales durante siglos, continúa influyendo en las políticas y prácticas que regulan la participación femenina en el mercado laboral. Aunque en las últimas décadas hemos visto avances en la formalización de derechos y en la incorporación de las mujeres en diferentes sectores, la desigualdad de oportunidades y la falta de condiciones que faciliten la conciliación entre maternidad y trabajo siguen siendo una realidad.
Las políticas de licencia de maternidad, por ejemplo, en muchos países, aún no alcanzan a cubrir el período óptimo para la lactancia exclusiva y, en otros casos, las compañías no ofrecen espacios adecuados para la extracción de leche o no consideran la lactancia como un aspecto prioritario en sus agendas de responsabilidad social. La consecuencia es que muchas mujeres se ven obligadas a elegir entre su desarrollo profesional y la salud de sus hijos, una decisión que, en realidad, no debería existir en un entorno que aspire a la igualdad.
Desde una perspectiva económica y empresarial, la falta de políticas inclusivas en materia de lactancia no sólo afecta a las madres, sino que también tiene implicaciones en la productividad y en la retención del talento femenino.
Dicho de otro modo, resulta indispensable que las corporaciones implementen programas de apoyo a la maternidad y la lactancia, como espacios adecuados y horarios flexibles, ello con la finalidad de experimentar menores tasas de rotación y mayor compromiso por parte de sus colaboradoras. Sin embargo, la cultura organizacional todavía refleja un sesgo patriarcal que minimiza la importancia de estos aspectos; ello derivado de la concepción errónea de que la maternidad es un asunto exclusivamente privado o que la flexibilidad laboral puede afectar la productividad; lo que, reitero, sigue siendo un obstáculo para la implementación de políticas efectivas.
En este escenario, las mujeres enfrentan una doble carga: la de cumplir con sus responsabilidades laborales y la de luchar contra un sistema que, en muchos casos, no las respeta ni las apoya en su rol de madres.
Por ello, para avanzar hacia una verdadera igualdad de oportunidades laborales, es imprescindible que las empresas y los gobiernos reconozcan que la maternidad no debe ser un impedimento para el desarrollo profesional. Asimismo, la innovación en políticas laborales, la incorporación de tecnología y la transformación cultural son elementos clave en este proceso.
Es, así pues, si bien la digitalización y el trabajo remoto ofrecen una oportunidad para flexibilizar horarios y reducir las barreras físicas que enfrentan las madres lactantes, también es verdad que estas soluciones deben ir acompañadas de un cambio en la cultura organizacional, que valore y respete la maternidad como un aspecto integral de la vida de las empleadas y no como un obstáculo o una carga.
Por lo tanto, no podemos decir que existe una verdadera paridad laboral, hasta en tanto se eliminen por completo las barreras y estereotipos que impiden la participación plena y equitativa de hombres y mujeres en el mercado laboral, como sin duda lo es el estereotipo de la lactancia materna.
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Nota del eitor: Alba Yaneli Bello es jueza de distrito. Síguela en Instagram como @Lalicbello Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora.
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