El sector financiero vive una transformación acelerada: digitalización, nuevos modelos de negocio, regulación cambiante y una competencia cada vez más global. En medio de este entorno dinámico, las mujeres han avanzado, pero aún enfrentan barreras que dificultan su acceso a posiciones de liderazgo. Y aunque el talento femenino es amplio y comprobado, no siempre se traduce en oportunidades. Ahí es donde el networking con perspectiva de género se convierte en algo más que un espacio de intercambio profesional. Es una estrategia para visibilizar capacidades, abrir puertas y construir trayectorias de liderazgo sostenible.
Una palanca para acelerar el liderazgo femenino en el sector financiero
Las cifras lo confirman. Aunque en México el 53% del personal contratado por la banca y las entidades financieras son mujeres, solo 33% ocupa cargos de alta dirección. La brecha no se debe a falta de preparación, sino a factores que históricamente han limitado su participación en las decisiones estratégicas: prejuicios, sesgos inconscientes, estructuras organizacionales poco flexibles y la ausencia de redes sólidas que funcionen como aceleradores de carrera.
Como líder de áreas transversales –operaciones, finanzas, recursos humanos, marketing, estrategia digital y cultura–, he visto que las mujeres con frecuencia cuentan con habilidades, compromiso y resultados, pero no siempre con la visibilidad o el patrocinio necesario para dar el siguiente paso. Y en un sector donde el capital relacional pesa tanto como el técnico, construir redes efectivas es parte esencial del desarrollo profesional.
Redes que impulsan movilidad, no solo acompañamiento
Hablar de networking con perspectiva de género implica superar la idea tradicional de “hacer relaciones”, para transformarla en un mecanismo de crecimiento estratégico. Para las mujeres, estas redes deben servir para acceder a espacios donde se toman decisiones, presentar ideas y resultados frente a líderes clave, conocer oportunidades que no siempre se anuncian y conectar con quienes pueden impulsar su desarrollo profesional. En un entorno donde el talento femenino aún enfrenta techos de cristal, estas redes funcionan como una vía para desmontar barreras invisibles y crear rutas reales de ascenso.
Del taller a la estrategia: construir ecosistemas que sostengan el desarrollo femenino
En este sentido, muchas organizaciones han avanzado en programas de mentoría y talleres de liderazgo, pero el reto actual es evolucionar hacia ecosistemas más completos, donde las mujeres reciban formación, visibilidad y patrocinio ejecutivo. La adopción de marcos como los Principios de Empoderamiento Económico de las Mujeres (WEP), impulsados por ONU Mujeres y el Pacto Mundial, ofrece un camino estructurado para hacerlo. Estos principios promueven igualdad salarial por trabajo de igual valor, mayor participación de mujeres en la alta dirección, políticas con perspectiva de género y métricas claras de avance. Cuando las empresas integran estos lineamientos, el networking deja de ser un esfuerzo aislado y se convierte en un mecanismo formal que apoya la movilidad femenina dentro de la organización.
Redes intergeneracionales: visibilidad para las nuevas generaciones
Otro desafío relevante es la falta de referentes femeninos visibles en puestos de alta dirección. Por ello, la creación de redes intergeneracionales –que conecten a líderes consolidadas con jóvenes profesionales y universitarias– se vuelve fundamental para ampliar la participación de las mujeres en el sector financiero. Las alianzas con universidades, asociaciones del sector y cámaras empresariales permiten compartir experiencias reales, acercar a las mujeres jóvenes a oportunidades laborales, fortalecer habilidades técnicas y digitales, así como generar modelos de liderazgo más accesibles y diversos. La visibilidad de las mujeres líderes no solo inspira: transforma aspiraciones en posibilidades reales.
Hacia una cultura más diversa, inclusiva y competitiva
Las redes con perspectiva de género también tienen un impacto directo en la cultura organizacional. Cuando las mujeres acceden a información estratégica, proyectos relevantes y círculos de decisión, se fortalece la meritocracia, se amplía la diversidad de perspectivas y se impulsa la innovación. En un sector donde la competitividad depende de la capacidad de anticipar el cambio, incorporar a más mujeres en posiciones de liderazgo es tanto una cuestión de justicia social como una ventaja estratégica.
En conclusión, el networking con perspectiva de género es mucho más que un mecanismo para avanzar carreras profesionales. Es una forma de transformar estructuras, romper techos invisibles y construir un sector financiero más diverso, equilibrado y preparado para el futuro. Cada mujer que accede a un espacio de liderazgo se convierte en una referencia para muchas más. Cada red que se construye abre un camino. Cada oportunidad compartida fortalece al sector en su conjunto. El talento femenino está presente y las redes correctas contribuyen a que sea visible.
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Nota del editor: Vanessa Payán es Directora de Administración, Recursos Humanos, Operaciones, Finanzas, Transformación Estratégica y Marketing en VALMEX Casa de Bolsa. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora.
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