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¿Será 2025 el año para las mujeres?

La igualdad de género no puede medirse solo en cifras de poder o salarios, también debemos mirar los derechos más fundamentales.
mar 11 febrero 2025 06:01 AM
¿Será 2025 el año para las mujeres?
2025 puede y debe ser el año en que redefinamos el rumbo hacia la igualdad de género. Si bien hemos avanzado, está claro que el cambio no será producto de la inercia. Requiere decisión, colaboración y acciones concretas, apunta Laura Tamayo.

Hace 30 años, en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, más de 17,000 participantes y 30,000 activistas se unieron en Beijing para imaginar un mundo en el que las mujeres pudieran vivir libres de violencia, participar plenamente en la política, tener igualdad en el trabajo y acceso a la educación y la salud. La Declaración y Plataforma de Acción de Beijing no solo marcó un hito histórico, sino que fue una promesa: la de transformar esa visión en una realidad. Tres décadas después, nos preguntamos: ¿estamos más cerca de cumplirla?

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En 1995, menos del 12% de los escaños en los parlamentos del mundo estaban ocupados por mujeres. Hoy, hemos alcanzado un 26%. Aunque esto representa un progreso, las proyecciones indican que la paridad política no se logrará hasta 2063. Por otro lado, la brecha salarial de género aun es abrumadora. Según el Foro Económico Mundial, al ritmo actual, nos tomaría más de 250 años cerrarla.

Sin embargo, la igualdad de género no puede medirse solo en cifras de poder o salarios; también debemos mirar los derechos más fundamentales. La violencia contra las mujeres sigue siendo una pandemia global. De acuerdo con ONU Mujeres, una de cada tres mujeres ha experimentado violencia física o sexual a lo largo de su vida, y en muchos países, las leyes no ofrecen suficiente protección. En México, el Registro Nacional de Personas Desaparecidas señala que más de 27,000 mujeres han sido reportadas como desaparecidas, y la mayoría de los casos permanecen sin resolver.

En cuanto al acceso a la educación, si bien hemos visto avances en la matrícula escolar de niñas, los desafíos persisten. Más de 129 millones de niñas en el mundo todavía están fuera de la escuela, según datos de la UNESCO, y las barreras como el matrimonio infantil, el trabajo doméstico forzado y la pobreza aun son obstáculos críticos.

A pesar de los desafíos persistentes, es importante reconocer que el marco establecido por la Declaración de Beijing ha inspirado políticas públicas, movimientos sociales y acciones concretas en todo el mundo. Hoy, más niñas tienen acceso a la educación básica, y el porcentaje de mujeres en la educación secundaria y superior ha superado al de los hombres en muchos países. Esto es un testimonio del impacto de las campañas globales por la igualdad educativa.

Además, la representación política de las mujeres ha crecido significativamente. En México, por ejemplo, hemos logrado una paridad histórica en el Congreso, convirtiéndonos en un referente global en este ámbito. Asimismo, más empresas han adoptado políticas de inclusión y equidad, desde la implementación de sistemas de pago equitativo hasta la creación de programas de liderazgo para mujeres.

El activismo también ha cobrado fuerza en la última década. Movimientos como #MeToo y #NiUnaMenos han puesto sobre la mesa las desigualdades y la violencia que enfrentan las mujeres, al visibilizar temas que antes eran ignorados o minimizados. Este nivel de conciencia social sería inimaginable sin los cimientos que se establecieron en Beijing.

Una oportunidad para acelerar el cambio

En este 2025, Beijing +30 nos invita a reflexionar y evaluar si las políticas públicas y los compromisos internacionales han sido suficientes para enfrentar los desafíos más urgentes. Este aniversario no debe ser solo un recordatorio de los compromisos adquiridos, sino un llamado a la rendición de cuentas. ¿Qué tan lejos estamos de cumplir con las metas planteadas? ¿Qué debemos hacer diferente para cerrar las brechas que persisten?

La respuesta comienza con reconocer que la igualdad de género no es solo una responsabilidad de los gobiernos. Las empresas, las organizaciones civiles y la sociedad en general deben jugar un papel activo. Las empresas, por ejemplo, tienen la capacidad de liderar el cambio al implementar políticas más inclusivas, como licencias de paternidad equitativas o programas de desarrollo profesional para mujeres. Los gobiernos deben priorizar la inversión en educación, salud y justicia para las mujeres, especialmente en comunidades vulnerables.

Por otro lado, como sociedad, tenemos el deber de cuestionar los estereotipos y prácticas culturales que perpetúan la desigualdad. Esto significa educar a las nuevas generaciones para que entiendan que la equidad de género no es un ideal distante, sino una necesidad urgente para un mundo más justo.

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2025 puede y debe ser el año en que redefinamos el rumbo hacia la igualdad de género. Si bien hemos avanzado, está claro que el cambio no será producto de la inercia. Requiere decisión, colaboración y acciones concretas. Desde Beijing hasta hoy, hemos aprendido que cada avance cuenta, pero también que no podemos conformarnos con pasos pequeños cuando lo que está en juego es la vida, la dignidad y el futuro de millones de mujeres y niñas.

Como lo dijo Hillary Clinton hace 30 años: "Los derechos de las mujeres son derechos humanos." Ahora es nuestra responsabilidad asegurarnos de que esta verdad no solo sea una declaración histórica, sino una realidad vivida por todas.

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Nota del editor: Laura Tamayo es Directora de Asuntos Públicos, Comunicación y Sustentabilidad en Bayer México. Síguela en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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