Nos dijeron que ser pacientes era parte del proceso. Que el cambio lleva tiempo. Pero ¿cómo se le dice a una mujer que gana menos que sus compañeros hombres que debe esperar 257 años para que la brecha salarial se cierre? Ese es el tiempo que tiene que pasar, según el informe 2024 de ONU Mujeres. ¿Estamos dispuestas a aceptarlo?
El progreso en torno a la igualdad salarial ha sido insuficiente
El Día Internacional de la Igualdad Salarial, celebrado el pasado 18 de septiembre, ha quedado atrás en el calendario, pero para nosotras no fue solo una fecha conmemorativa, fue otro recordatorio de lo mucho que aún tenemos por hacer.
A lo largo de los últimos años, hemos sido testigos de avances importantes en términos de igualdad de género. Cada vez más mujeres acceden a puestos de liderazgo, las legislaciones laborales se han modificado para ser más inclusivas, y los debates sobre la equidad salarial forman parte de la conversación pública en muchos países.
Sin embargo, a pesar de estos logros, el progreso sigue siendo insuficiente. Las brechas salariales persisten y las políticas, aunque bien intencionadas, no logran cerrar la distancia entre el sueldo de una mujer y el de un hombre por trabajos de igual valor.
El caso de México no es muy distinto a lo que ocurre a nivel global. Según datos del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) y con base en la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), la participación de las mujeres en la economía remunerada alcanza solo el 46%, mientras que la de los hombres asciende al 77% . Esto deja en claro que las mujeres están significativamente menos representadas en el mercado laboral.
Asimismo, el IMCO señala que, aunque ha habido ciertos avances, la participación femenina en el mercado laboral ha cambiado poco en casi dos décadas. Entre 2005 y 2023, este porcentaje solo creció cinco puntos, al pasar del 41% al 46%, lo que, a este ritmo, tomaría 119 años para que las mujeres alcanzaran la misma tasa de participación económica que los hombres.
La igualdad no puede esperar
Debemos entender que la igualdad no es un favor que se nos concede, es un derecho. Nos encontramos en un momento crucial: a seis años de la fecha límite de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para 2030, es evidente que necesitamos acelerar el ritmo. La igualdad salarial no es un privilegio ni una aspiración lejana; es una obligación que debe garantizarse para todas las mujeres, en todos los rincones del mundo. No queremos un futuro en el que nuestras hijas y nietas sigan enfrentándose a los mismos obstáculos que nosotras. Es hora de que el cambio sea real y urgente.
Cerrar la brecha salarial entre hombres y mujeres no es una tarea que se pueda delegar a un solo sector; requiere la colaboración activa de empresas, gobiernos y sociedad civil. Cada uno tiene un rol crucial que desempeñar para garantizar que la igualdad salarial sea una realidad y no solo una aspiración.
Las empresas juegan un papel vital en la reducción de la brecha salarial. No basta con cumplir con las normativas; por ello es fundamental que las organizaciones adopten un enfoque proactivo e implementen algunas acciones como:
- Hacer públicos sus datos sobre salarios y compensaciones por género. Esto no solo promueve la rendición de cuentas, también genera confianza entre sus empleados y el público.
- Implementen procesos de contratación que favorezcan la diversidad y la igualdad de oportunidades, asegurando que las mujeres puedan acceder a puestos de liderazgo en igual medida que sus colegas hombres.
- Promuevan entornos laborales que permitan un equilibrio entre trabajo y vida personal, algo que históricamente ha afectado más a las mujeres. Esto incluye políticas como el trabajo remoto, horarios flexibles y licencias por cuidado familiar equitativas para ambos géneros.
Por su parte, los gobiernos tienen la responsabilidad de crear un marco legal y normativo que promueva la igualdad salarial y sancione la discriminación:
- Con regulaciones más estrictas que aseguren que a las mujeres se les paga lo mismo que a los hombres por trabajos de igual valor, y que se apliquen sanciones efectivas en caso de incumplimiento.
- Invertir en programas que preparan a las mujeres para ingresar en sectores de alta demanda, como las tecnologías emergentes y la ciencia, donde tradicionalmente han estado subrepresentadas.
- Crear incentivos para las empresas que demuestren avances en materia de igualdad salarial, reconociendo y premiando a aquellas que lideran el cambio.
Desde el ámbito social, el cambio comienza con la educación y el empoderamiento de las niñas, enseñándoles desde temprano la importancia de la igualdad salarial. Además, la presión social y el activismo son clave para exigir políticas justas, mientras que los medios de comunicación deben visibilizar estas desigualdades y generar conciencia para impulsar el cambio.
Con la colaboración de todos los sectores, estaremos cada vez más cerca de un futuro en el que la igualdad salarial sea una realidad y no solo una aspiración.
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Nota del editor: Laura Tamayo es Directora de Asuntos Públicos, Comunicación y Sustentabilidad en Bayer México. Síguela en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.
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