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Romper el silencio. La salud mental de las madres en el trabajo también importa

Tenemos mucho camino por recorrer. Hoy seguimos enfrentando estigmas, falta de información y una cultura empresarial que aún premia la hiperproductividad por encima de la salud mental.
jue 08 mayo 2025 06:03 AM
La salud mental de las madres en el trabajo también importa
Las empresas tienen la responsabilidad de liderar una transformación cultural que ponga al centro a las personas, que entienda que cuidar no es debilidad, sino estrategia. Que acompañar a las madres no es un favor, sino una obligación ética, señala Yunue Cárdenas.

Hasta hace poco, hablar de salud mental en el trabajo era un tabú. Y si a eso le sumamos la palabra “materna”, la conversación se volvía casi inexistente. Cuando se trata de salud mental materna, el reto es complejo: confluyen carga emocional, expectativa social y falta de políticas laborales. Como si ser madre y ser profesional fueran dos mundos separados, destinados a no cruzarse.

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La realidad es otra: cada vez más mujeres forman parte de la esfera laboral y son madres. Muchas de ellas están gestando, criando, enfrentando cambios hormonales y expectativas imposibles. Todo eso mientras son productivas. Así ha sido durante años y no debería seguir ocurriendo en silencio.

Lo viví: mientras atravesaba mis propios procesos hormonales y emocionales, tuve que seguir liderando. Por ello, hoy puedo decir que los entornos laborales no están preparados para acompañar a una mujer que es madre. Mucho menos para cuidar su salud mental. Es como si lo único que importara fuera el “regreso” a la oficina, como si el parto fuera una pausa temporal y no una transformación 360.

El problema es que nadie lo habla. Según la Secretaría de Salud, 2 de cada 10 mujeres en México desarrollan depresión durante el embarazo o en el primer año tras el parto, y el 75% no son diagnosticadas ni reciben tratamiento. Si no lo nombramos, no existe.

De la invisibilidad al reconocimiento

Por años, la maternidad fue vista como algo privado, un tema que se resolvía en casa. Así se construyó la cultura corporativa que separó lo productivo de lo humano. Hoy las mujeres lideran equipos y fundan empresas y sí, también crían hijos, lactan entre reuniones y enfrentan depresiones postparto mientras cumplen con sus KPIs. Y no hablarlo es invisibilizar la realidad de millones de mexicanas.

Pero, ¿qué han hecho las empresas hasta ahora? Si bien la conversación ha avanzado y algunas compañías ya ofrecen licencias de maternidad extendidas, lactarios y esquemas de trabajo flexible, eso no es suficiente. ¿Cuántas organizaciones cuentan con protocolos para detectar señales tempranas de depresión posparto? ¿Cuántas capacitan a sus managers para acompañar a una colaboradora que está gestando o criando?

El problema es que seguimos viendo la maternidad como una excepción y eso se refleja en el trato que reciben las madres. Se espera que sean resilientes, multitaskers, que no “se dejen afectar”. Pero la maternidad afecta y no por debilidad.

La responsabilidad no es solo de las madres. También es de las familias, las instituciones y de las empresas. Porque el trabajo es donde más horas pasamos.

Madres son parte de la fuerza laboral

En muchas industrias, las madres no solo participan: son el motor que las impulsa. Ignorar sus necesidades va en contra del sentido común. La salud mental materna no es un tema “de mujeres”, es una responsabilidad colectiva. Nos toca a todos.

Si una colaboradora atraviesa una depresión y la empresa no cuenta con acceso a especialistas de la salud que puedan detectarlo y atenderlo, el costo es altísimo. Aumenta el ausentismo, cae la productividad, se pierde talento. En cambio, cuando una empresa cuida a sus colaboradoras, gana en todos los sentidos: hay más compromiso, lealtad y un mejor clima laboral.

Tenemos mucho camino por recorrer. Hoy seguimos enfrentando estigmas, falta de información y una cultura empresarial que aún premia la hiperproductividad por encima de la salud mental.

Hoy, las empresas tienen la responsabilidad de liderar una transformación cultural que ponga al centro a las personas, que entienda que cuidar no es debilidad, sino estrategia. Que acompañar a las madres no es un favor, sino una obligación ética.

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Romper el silencio sobre la salud mental materna en el trabajo es más que una declaración de principios. Es una decisión estratégica que puede transformar la manera en que producimos, lideramos y crecemos como sociedad.

Finalmente, me gustaría hacer un llamado a los líderes empresariales: Su compromiso no se mide en discursos, sino en políticas reales. Pregúntense: ¿qué estoy haciendo por la salud mental de las madres en mi organización? Implementar horarios flexibles y ofrecer apoyo psicológico pueden ser el primer paso.

A los equipos: Escuchen, acompañen, sostengan. La empatía no es solo un valor, es una herramienta de transformación. Las madres no necesitan soluciones mágicas sino entornos que las acompañen.

A las madres que trabajan: No se callen. Su salud mental importa. Su experiencia cuenta. Y su vida no es negociable.

La salud mental materna necesita visibilidad, compromiso y acción. Hoy más que nunca, es momento de romper el silencio. Porque cuando cuidamos a las madres, cuidamos el futuro.

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Nota del editor: Yunue Cárdenas es CEO de Menthalising. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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