Para las mujeres, la discriminación se manifiesta en diversas maneras y una de ellas es que aún hay quienes delimitan sus habilidades y conocimientos al espacio doméstico, a las tareas de la casa, a los cuidados y a la atención de las personas.
No nos vayamos lejos, la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en el Hogar realizada en 2016 establece que, actualmente, todavía algunas mujeres piden permiso a su pareja para trabajar por un pago o remuneración.
Esto afecta directamente su capacidad de autonomía e impacta en uno de los componentes esenciales de la motivación humana: tener la libertad de tomar decisiones por cuenta propia.
Y para las mujeres que no requieren pedir permiso para trabajar, aún corren el riesgo de estar en desventaja porque hay hombres que se rehúsan a realizar labores domésticas. Este es uno de los motivos por los cuales la pandemia ha afectado más a las mujeres que a los hombres.
Hay hogares en los que ambos trabajan y, aún así, las labores domésticas siguen siendo responsabilidad de ella.
Se necesitan hogares más igualitarios porque los números son contundentes. Una encuesta realizada por INEGI-Inmujeres sobre el uso del tiempo establece que las mujeres dedican a las labores domésticas 39 horas a la semana contra 13 horas en comparación con los hombres. Además, la distribución desigual de la carga de trabajo aleja a las mujeres de su realización personal y profesional.
Asumir la corresponsabilidad en las labores del hogar es una acción contundente para reducir la brecha de desigualdad entre hombres y mujeres.
Construir hogares igualitarios tiene ventajas: una familia en la que él y ella trabajan es menos vulnerable ante despidos o crisis económicas. El ingreso familiar mejora y favorece la estabilidad y seguridad de los integrantes.
Otro beneficio de los hogares igualitarios es que ayudan a que la relación en pareja sea más armoniosa y probablemente más duradera.
Un estudio de la Universidad de Harvard indica que las posibilidades de divorcio se incrementan con una mala repartición de las tareas del hogar. Incluso establece que la presencia de este conflicto es más determinante para una ruptura que la situación económica que prevalece en la pareja.