‘Pero Verónica, ¿por qué tanto hincapié con tu edad?’ Bueno, porque en el polémico tema de esta entrega, a los de mi generación nos han tocado las dos caras de la moneda.
Trending topic (como dicen los chavos): ‘LA SALUD MENTAL’... calma, no cortes cartucho aún; no estoy negando la existencia de los desafortunados problemas mentales o emocionales, ni sugiriendo que la depresión sea una falacia. Pero de ahí a que todo mundo necesite estar dopado, con terapias de ayahuasca o antidepresivos, dista mucho de lo clínica y médicamente necesario; este tremendo abuso nos está haciendo caminar sobre la cuerda floja como sociedad.
¿A poco no te has topado con gente que diagnostica depresión a sus compañeros o amigos (irresponsable e improvisadamente), y les recomienda pastillitas mágicas, que si bien, no dan la felicidad, al menos te mantiene suficientemente apendejada para evitar que pruebes la amargura de la infelicidad.
En mi época del colegio, el hecho de que te sacaran del salón para llevarte con la psicóloga era suficiente para ser señalada cómo bicho raro. Y ¡ni hablar si nos enterábamos que alguien iba a terapia!... ese ya era un caso de camisa de fuerza. Nunca escuché que alguien sufriera depresión y que eso llevase al suicidio. Eran temas solamente de película.
Repito, esto es serio. No es un mito y hay gente que tristemente lo padece y, ¡que fabuloso que existen cada vez más canales de ayuda! Pero, ¿y todos los demás?
Nos hemos vuelto tan intolerantes, tan urgidos de estímulos inmediatos, que preferimos pastillas, hongos y estupefacientes...las terapias tradicionales ya son insuficientes; los hongos se han vuelto el ‘ahorro’ de 10 años de terapia en un solo viaje.... ¡Wow! ¿A dónde nos llevará todo esto? Vale la pena meditarlo.
Reflexionemos ¿por qué no hemos acariciado la posibilidad de que la felicidad no es una constante? Tan sencillo como observar que en un día habitual pasamos por todos los estados de ánimo: reímos, discutimos, nos enojamos, celebramos pequeños (y grandes) triunfos o simplemente no pasa algo extraordinario. Sí, ¡así es la vida!, una ensalada de emociones; la bronca es cuando no estamos dispuestos a ser pacientes y esperar, todo nos frustra y, por ende, nos insatisface nuestra propia vida.