Debo confesar que yo también he navegado por las diversas opiniones y me parece muy importante platicar con ustedes acerca de este tema, especialmente porque luchamos y exigimos el respeto y comprensión de los hombres, pero nosotras mismas no hemos entendido aunque el primer paso es que las mujeres lleguemos a un punto de acuerdo.
En mi caso particular, y sé que es también el de muchas mujeres de mediana y mayor edad, hay una falta de comprensión de la palabra, y ya ni hablemos de la causa de la lucha.
‘Todas las mujeres somos feministas’, gritamos a los cuatro vientos. Retóricamente es lo ideal, sin embargo, la gran diferencia se encuentra en la forma de expresarlo.
Mi intención en esta breve opinión no es encasillar o criticar, mucho menos juzgar las diversas formas de practicar el feminismo. Hay tantas posturas como mujeres en el mundo, y esto depende de nuestra personalidad, educación, creencias, limitaciones personales o sociales, temores, etcétera. Gran diversidad. De ahí que nos pueden encontrar radicales, activistas, pasivas, las que se avientan a hablarlo en una plática de café o las que prefieren solo escuchar y tristemente las que prefieren señalar y no actuar.
Y seamos honestos, todos hemos escuchado en boca de otras mujeres, frases como ‘están locas’, ‘esas mujeres no me representan’, ‘por ellas nos tratan así’, y la totalmente desvirtuada ‘ahí vienen las ‘feminazis’’.
¡’Feminazis’!, una palabra (si se le puede llamar así) que, como muchas otras, me parece tan grave como darse un balazo en el pie; un término tan despectivo que compara a las feministas con el grupo racista y genocida más infame en la historia de la humanidad. Creo que esto más que inaceptable es irresponsable. Hasta donde sé, el feminismo no pretende meter a los hombres en campos de concentración ni en cámaras de gas.
Estoy convencida que el feminismo apuesta por la educación para lograr la igualdad en derechos, trato y oportunidades; ¡aguas! con el discurso de, ‘nada más basta ver el cuerpo de una mujer y de un hombre para entender que no somos iguales’, pero, ¿qué tiene que ver la fisionomía?, y eso no está en discusión, físicamente somos diferentes (cumplimos diferentes funciones físicas y biológicas, pero no sociales). Es una forma simplona e insulsa de querer desacreditar el movimiento feminista.