Porque, sí, las personas con las que conviviste hasta tus 13 años fueron clave para consolidar tus capacidades físicas e intelectuales, tu socialización con las demás personas y el concepto que tienes de ti.
La identidad se crea por dos vías. Por un lado, a partir de la comunicación afectiva e intelectual que tuviste en tu infancia con las personas que te rodeaban y que fueron importantes en tu vida. Es decir, familiares, cuidadores, amigues, etc.
Y por el otro, el contexto -como el sistema educativo, los medios de comunicación e incluso los juguetes y los juegos de moda- influyeron en lo que de niña entendiste que se esperaba de ti cuando fueras mayor.
En el caso de los juguetes, el sistema establece mensajes muy claros de lo que las niñas deben aspirar al ser adultas: expertas en el trabajo de cuidados a través de la maternidad. Por favor, echa un vistazo en tu navegador de internet los resultados que aparecen cuando buscas “juguetes niña”. La explosión rosa de “jugar a ser mamá” acapara la mayoría de los juegos de rol.
Otro ámbito en el que este discurso está presente es en la escuela. En mis tiempos (perdón por el cliché) todos mis libros de ciencias naturales y mi libro verde de biología establecían que “los seres humanos nacen, crecen, se reproducen y mueren”. Eso es lo que las niñas aprenden: que todas debemos reproducirnos. A eso vinimos al mundo.
Pues es momento de que se actualicen esos libros y dejemos de infundir esos paradigmas a las niñas. Imagina el día en el que esos libros establezcan: “las personas nacen, crecen, se reproducen si quieren/o pueden y mueren”. Es el día en el que Simone de Beauvoir y yo haríamos las paces con la SEP.
Es importante enseñar a las niñas que la maternidad es una opción y no una obligación.
Es una decisión que debería tomarse con libertad y una buena reflexión del compromiso que implica, pero no debe asociarse con el concepto de maternidades absorbentes y sacrificadas; porque entonces, algo que se inicia por la ilusión de vivir la experiencia acaba siendo percibido como una obligación con estándares inhumanos como el de ‘la madre perfecta’.
Entonces, si enseñáramos a las niñas que la maternidad es una opción ¿qué hacer para mostrarles que en el mundo hay otros caminos y roles que pueden tomar?
En primer lugar, sería muy valioso que las niñas crezcan rodeadas de mujeres madres y no madres. Esto les permitiría comprender que hay ejemplos de éxito en ambas opciones.
Soy enfática en este tema porque trabajo con mujeres que por diversas circunstancias no pudieron ser madres (hace años yo fui una de ellas y me tomó tiempo y esfuerzo asimilarlo) y sé lo difícil que es soltar ese anhelo por lo mucho que nos lo inculcaron desde pequeñas.
Como sociedad podemos crear un entorno para las niñas en el que mostremos un abanico de posibilidades para ellas.
Hace poco supe que existe un juego de cartas: “Mujeres de ciencia”. Presenta a 44 científicas de disciplinas variadas. Este juego permite aprender sobre las aportaciones de estas mujeres. Es una gran oportunidad para visibilizar modelos a seguir, para que las niñas se animen a estudiar carreras de ciencias.