Entre los 30 y los 40 años es cuando muchas mujeres atravesamos la duda de decidir si queremos experimentar la maternidad o no y debemos asimilar las consecuencias de cada decisión.
Y por si la incertidumbre no fuera suficiente, es en esta década en la que más recibimos presión social por ser mamás.
La presión social por elegir la vía materna se manifiesta a través de comentarios o recomendaciones que son tan diversos que hasta se pueden categorizar en:
Preguntas: “¿Para cuándo los/as hijos/as?”
Sugerencias: “¿Por qué no adoptas?”
Persuasión: “Tener hijos es lo máximo”
Amenaza: “Te vas a arrepentir”
Descalificación: “Cuando madures, querrás ser mamá”
La maternidad como obligación: “Tienes que experimentar esa etapa de tu vida”
Incitación a la maternidad: “Ten un hijo/a para que no estés sola”
Inspirar a la maternidad: “Las mamás son un ejemplo de vida”.
Lo sé, nadie tiene derecho a juzgar tu no maternidad. Pero, siendo realistas, el hecho de que las personas no tengan derecho a ello no significa que lo dejarán de hacer.
Victor Frankl decía “cuando no somos capaces de cambiar la situación, nos encontramos ante el desafío de cambiarnos a nosotros mismos”.
Así que si deseas que estos comentarios dejen de incomodarte necesitas hacer algo que te ayude a que te hagan menos ruido.
Resignifica
Me refiero a modificar la interpretación que das a los comentarios que recibes a fin de que tus emociones sean más manejables.
Si ya decidiste que no quieres ser mamá, eres libre de elegirlo y lo mejor será interpretar esos comentarios como un resultado de las expectativas y normas de género que nos han inculcado a las mujeres bajo la creencia de que todas deberíamos ser madres. Entiendo que esta recomendación es más fácil decirla que hacerla, pero solo trata de fluir.
Ahora, si no tienes claro si quieres ser mamá o ya lo has intentado pero no lo has logrado, entiendo que comentarios de este tipo puedan hacerte sentir vulnerada porque están hablando de un asunto que no tienes del todo resuelto.
Pero ese tema es algo que es necesario que lo trabajes con alguien que sea especialista en ello, como un terapeuta o psicólogo. Ahí encontrarás las respuestas, la claridad y la paz que necesitas para tomar tu decisión. También “asomarte” a diferentes comunidades podría ayudarte a conocer cómo es la realidad de cada decisión.
¿Qué tal integrarte temporalmente a un grupo de madres y también a una comunidad de mujeres sin hijos? Podría ser de gran ayuda. Te aseguro que en redes sociales podrías encontrar a ambas.
Y mientras tanto, en relación a quien te cuestiona por qué no has sido madre hasta ahora, por supuesto que puedes confrontarla, estás en tu derecho. Pero desde mi opinión, no tiene sentido que propicies una discusión con ella de tus decisiones (o indecisiones). Esta persona tiene una posición definida: convencerte de que seas madre por los motivos que ella considera.
Si serás madre será por tus propios motivos, no por los de alguien más. Así que quizá lo más sensato será tener bajo la manga un par de respuestas automáticas que te permitan darle vuelta a la página para no “engancharte” en dicha discusión.
Resignificar se refiere a que a ti te quede claro que lo que dice esa persona no es la verdad, solo es su opinión. ¿Notas la diferencia?
Así que, incluso, responder un diplomático “gracias por tu opinión” y después cambiar el tema podría funcionar para no engancharte.