En México, ser mujer y trabajar es un reto. En promedio, las mujeres ganamos un 15% menos que los hombres. Y cuando hablamos de las mujeres que somos mamás y queremos crecer profesionalmente, las barreras, desafortunadamente, se multiplican.
Ser mamá y trabajar en tecnología: entre equilibrio, rebeldía y valor propio

Por esto, en la organización de la que hago parte recientemente realizamos un panel sobre los retos y oportunidades que enfrentamos las mamás en la industria de la tecnología. La conclusión fue clara: necesitamos más empatía, más rebeldía y más conversaciones honestas sobre lo que significa conciliar el mundo laboral y el personal.
La maternidad es una experiencia sumamente personal y que para cada una es diferente. Para algunas mujeres y personas con capacidad de gestar, implica una pausa laboral, para otras un regreso lleno de dudas sobre el propio valor, el sueldo que se debe negociar o el tiempo que merece ser respetado. Por esto, un punto de inicio es generar empatía hacia nosotras mismas, entendiendo que habrá sacrificios y aceptando que la realidad ha cambiado. Y claro, la empatía, debe ir hacia las otras mamás que nos rodean, entendiendo que cada una va en su propio camino, con particularidades que pueden o no ser las mismas que las nuestras.
En este sentido, las conversaciones honestas son clave. Hablar abiertamente entre madres, compartiendo miedos, aprendizajes y dudas, permite construir redes de apoyo reales y dejar atrás la idea de que cada una debe resolverlo todo sola.
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Necesitamos conversar de dinero, carreras, inversiones, futuro, etc. Romper la incomodidad de las conversaciones superficiales y atrevernos a compartir experiencias reales. Solo así podemos cambiar la narrativa y abrir el camino para que más mujeres sean líderes en tecnología sin tener que pagar el precio de la invisibilidad o la culpa. Por supuesto, las conversaciones deben incluir al resto de las personas —parejas, colegas, líderes— para romper prejuicios, visibilizar necesidades y abrir la puerta a soluciones colectivas que cambien las reglas del juego.
A la hora de lo que necesitamos hablar, un tema recurrente es el valor del trabajo y de nuestro tiempo. Muchas mujeres, al regresar al mundo laboral después de una pausa, tienden a subvaluarse: aceptan menos sueldo, trabajan sin cobrar o ceden fácilmente en las negociaciones. Algunas incluso llegan a sentir que deben agradecer simplemente por tener un lugar en la mesa, aun si eso significa aceptar condiciones injustas. Una panelista lo resumió con crudeza: “Con tal de no hablar de pañales, lo hago gratis”. Sin embargo, como compartió una emprendedora, aprender a reconocer y defender el valor propio es quizá el reto más complejo, pero también el más transformador.
En este proceso de encontrar y defender nuestro valor, no podemos olvidar que vivimos en un país con un sistema que protege poco a las mamás. En México se puede despedir a una mujer embarazada bajo otros pretextos y no hay un periodo de protección después de dar a luz. Adicionalmente, en muchas empresas aún existe una cultura laboral donde se considera que cuidar y trabajar son opuestos. Por esto, es importante, en la medida de las posibilidades de cada quién, exigir el respeto de nuestros derechos y seguir luchando contra los abusos. Solo cuando nos rebelamos ante el status quo, demandamos lo que nos merecemos y visibilizamos los abusos, podemos cambiar la situación y abrir el espacio para las demás.
El panel también dejó consejos prácticos para las nuevas generaciones: construir reputación profesional antes de tener hijos como una inversión a futuro; elegir con cuidado a la pareja de vida, porque es un factor determinante en el camino y sobre todo, no dejar de soñar. Como dijo una participante: “Al final, construyes con los sueños: el profesional y el personal. Sí se puede tener ambos, aunque implique sacrificios”. No se trata de ser “la mamá perfecta” ni la “profesional perfecta”, sino de reconocernos como mujeres completas, con derecho a decidir, negociar y crecer.
Entonces podemos redefinir lo qué significa el éxito, entendiendo que para cada una es diferente. Para algunas es el equilibrio de armonizar proyectos profesionales y familiares. Otras lo ven como una rebeldía, cuestionando las reglas implícitas de cómo debe trabajar una madre, cuánto debe cobrar o qué roles aceptar en casa y en la oficina. Unas más lo entendemos como la creación de comunidades donde podemos apoyarnos, inspirarnos y promovernos las unas a las otras. Y hay muchas más versiones de lo que es ser exitosa. Lo importante es que esta definición sea propia, basada en lo que realmente nos mueve y da sentido.
Tal vez el mayor aprendizaje sea que la maternidad y el liderazgo femenino no deben vivirse como caminos en conflicto, sino como espacios de creación de nuevas culturas organizacionales y formas de trabajo. Por esto, ser mamá y trabajar en tecnología es un acto de resistencia. Y también, de esperanza.
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Nota del editor: Paulina Olmos es Partnership Lead en Mujeres en Tech. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora.
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