La vida nos enfrenta constantemente a desafíos que van desde la pérdida de seres queridos hasta las batallas cotidianas en las que por más que nos preparemos, a veces nos toca perder.
Sin las herramientas adecuadas, nuestras emociones pueden desbordarse, y el estrés por no tener la vida que quisiéramos o porque las circunstancias nos han dado un revés puede consumirnos. Así que es esencial explorar estrategias de autocuidado y afrontamiento para mantener cierto equilibrio emocional en esos días complejos que todas hemos atravesado.
Hace tiempo tomé un curso sobre cómo asimilar pérdidas y el ponente planteó algo que llamó mi atención: las pérdidas es parte del precio de estar vivas y las personas que han desarrollado estrategias emocionales de afrontamiento son quienes tienen mejores posibilidades para sobrellevar momentos adversos.
Aquí hay tres estrategias que pueden ayudar:
1. Aligera tu mochila emocional. Reconoce el dolor que estás sintiendo
¿Te has dado permiso de llorar? ¿Has encontrado a alguien que te escuche para que puedas desahogarte?
Ocultar tus emociones y hacer como si no estuvieran allí puede requerir una gran cantidad de energía y esfuerzo emocional. Al reconocer y procesarlas, puedes dirigir tu energía hacia la curación y la adaptación en lugar de mantener una fachada de fortaleza.
Un ejercicio profundo y poderoso que puede ayudarte a aligerar tu carga es escribir en un papel todas las emociones desagradables que sientes. Es importante que te des permiso de escribir todo. Lo que se necesita es que te desahogues. No te limites. Si quieres escribir que odias la vida y que estás harta de todo… hazlo.
Si durante el ejercicio te dan ganas de llorar, adelante. Para eso es.
Los psicólogos sabemos que si estás muy enojada por algo, ese enojo en realidad esconde una profunda tristeza. Por eso es importante darte permiso de “quebrarte” y llorar. Es una forma de decirle a tu cuerpo que estás dejando ir esas emociones que te lastiman.
Una vez que hayas terminado de escribir, destruye esa carta o quémala.
Este ejercicio, aunque es muy fuerte, es efectivo porque te permite expresar tus emociones para reducir la intensidad de las mismas.
Grábate esto: expresar las emociones desagradables reduce la intensidad de las mismas.
Un apoyo profesional puede ser valioso en este proceso de digestión emocional.
2. Un paso a la vez
En medio de situaciones difíciles, enfocarte únicamente en resolver los desafíos diarios es una estrategia eficaz. Enfrentar una crisis emocional puede resultar abrumador si te concentras en el futuro; además, toma en cuenta que la mente es experta en crear fantasías catastróficas.
Cuando te asalte la desesperanza, recuérdate: 'un día a la vez' o 'un paso a la vez'.
Si tu mente comienza a futurizar con “¿qué voy a hacer si esto se prolonga demasiado?” o “¿qué haré si se me acaba el dinero?”, te estás estancando mentalmente en el futuro y eso no ayuda en este momento de tu vida.
Enfócate en lo que puedes resolver cada día y con esto me refiero a que solo te concentres en cumplir con las tareas básicas: sacar al perro, comer algo saludable ese día y terminar lo básico de la chamba.
Esta estrategia es como el 'modo de ahorro de energía' de tu celular. Cuida de ti misma y no te exijas más de lo que puedes ofrecer en el momento.
3. Identifica tu mejor momento del día
Antes de acostarte, tómate un momento para identificar el mejor instante de tu jornada. Puede parecer extraño hacer esto en días difíciles, pero con un esfuerzo, encontrarás algo bueno, un rayo de luz. ¿Fue tu café matutino? ¿Un atardecer espléndido? ¿Quizás un acto amable entre dos desconocidos? Observar pequeños momentos positivos, incluso en días dolorosos, te brinda una pausa emocional para recargar tu energía.
Ni siquiera tienes que escribirlo, basta con pensar por unos segundos en el mejor momento del día, después cierra los ojos y duérmete.