Joanna Barsh, autora del modelo centered leadership e instructora del programa Women Leading Organizations de EGADE Business School, sugiere que la construcción de un networking poderoso inicia con la confianza… pero en uno mismo. En muchas ocasiones, el miedo a no ser lo suficientemente capaces o la ansiedad que surge al tener que mostrar vulnerabilidad y reconocer que necesitamos un mentor o un sponsor, paraliza a muchos líderes, hombres y mujeres.
Quienes logran superar sus propios juicios, se llenan de valor y se atreven a buscar a esa figura a quien admiran por su legado, trayectoria o porque están en la posición que aspiran alcanzar. Entonces dan el paso de escribirles un mail, solicitar una cita, asistir a esa reunión o a ese congreso y entablar una conversación abierta sobre sus intereses comunes. Ellas y ellos son quienes llegarán más rápido a su mejor versión.
A Reid Hoffman, cofundador de LinkedIn, ese espacio genial que hoy nos es tan familiar cuando buscamos conectarnos con personas afines en el contexto laboral, se le atribuye la siguiente frase que resume la magia de hacer un buen networking: "La forma más rápida de cambiar tú mismo es pasar tiempo con personas que ya son como tú deseas ser".
Podemos encontrar argumentos que sustentan estas ideas en muchos de los libros y artículos sobre liderazgo publicados hace casi un siglo: desde Dale Carnegie, con su propuesta de construir relaciones genuinas y de calidad para lograr el éxito personal y profesional, hasta nuestros días, donde el influencer Simon Sinek propone que “los líderes comen al final” para resaltar cómo la preocupación genuina por el otro cimienta lealtad. O Brené Brown, cuyas investigaciones arrojan luz sobre la correlación entre el reconocimiento de la vulnerabilidad del líder y la creación de ambientes que promueven una cultura de innovación y cambio.