Independientemente de tu estilo, la intención es la misma: no nos gusta generar inconvenientes o decepciones. Pareciera que una voz interna nos recordara lo ocupadas que las demás personas están y por ellos dudamos en comunicar nuestras necesidades con tal de ‘no molestar’.
Pero el precio que pagamos por no pedir lo que necesitamos es alto, es negar nuestra esencia humana, además de quitarle la oportunidad a nuestros seres queridos de conectar con nosotras y de tener la satisfacción de dar.
Recuerda que a las personas no nos gusta estar en relaciones en las que no hay reciprocidad. Así que la única forma de solucionar esto no está en que tú des menos, sino en que desarrolles tu músculo de recibir… y de pedir.
Y justamente es en este punto cuando puedes solicitar ayuda. ¿Qué tal si con una buena amiga te sinceras en relación a este tema? Compártele “Confieso que soy de las que siempre quiere resolver todo por mi cuenta, así que me gustaría que me ayudes a comunicar mis necesidades también”. “La próxima vez que nos veamos pídeme que te comparta sobre algo que me preocupa o genera estrés aún cuando me resista a hacerlo”.
Es decir, la involucrarías para que te ayude a hacer contacto contigo misma y que te acompañe a practicar tus nuevos patrones de comportamiento.
Otra situación que puede pasar es que sientas que tus necesidades no son detectadas por los demás porque tus amigos/as ‘no te adivinaron el pensamiento’ e identificaron lo que necesitabas.
Por ejemplo, imagina que una amiga te llama para saber cómo te está yendo con tu nuevo trabajo pero lo que tú esperabas era que ella fuera por ti a la salida del mismo para ir a tomar algo.
Al final, ella está haciendo lo que cree que suma, pero tú solo pones atención en tu dolor porque ella no hizo lo que esperabas. No es su culpa, más bien el problema es que no fuiste lo suficientemente honesta para pedir lo que necesitabas. Es muy común creer el mito de que el apoyo solo es válido si nace genuinamente de la otra persona.
Pero eso es totalmente equivocado, tenemos que aprender a comunicar nuestras necesidades, no esperar a que la otra persona las adivine.
Si dudas en comunicar tus necesidades, piensa en por qué lo haces ¿No las identificas hasta que ya es tarde? ¿O sí las ubicas pero te avergüenzas de ellas? ¿Piensas que te querrán menos si las compartes? Identifica al menos una razón por la que dudas en pedir ayuda.
A modo de práctica, toma el riesgo de pedir a tu amiga/o lo que necesitas. Te aseguro que habrá un beneficio para ambas personas. Esto permitirá que entre ustedes sientan más confianza y seguridad al construir una relación recíproca.
Y ya que estamos en estos asuntos, entremos en otro tema escabroso ¿qué pasa si tu amiga te pide ayuda y tú prefieres decirle que no?
Aquí viene otra tarea para ti: te toca mejorar tu autoconcepto para no sentir que siempre tienes que decir que sí con tal de seguir siendo valiosa y querida.
Debes mantener tus reservas de energía en niveles saludables: ofreciendo ayuda cuando puedas y negándote cuando lo requieras.
Aquí va mi propuesta ¿qué tal si hicieras este acuerdo de oro con tu mejor amigo/a?