Ahora sí, definamos qué es un gasto emocional, si coincides o te identificas con dos o más de estos puntos, significa que estás gastando en algo que no necesariamente requieres en ese momento:
¡Por el placer inmediato! ¡Por el antojo! ¡Por la satisfacción! ¡Por las apariencias! ¡Por la sensación de ganar o sentir que trabajé mucho y me lo merezco! ¡Por seguir la corriente!
Ahora bien, sin duda, gastar no es malo. En artículos anteriores de bienestar financiero, hemos comentado que es uno de los destinos del dinero; sin embargo, si sabemos enfocarlo entonces podremos administrarnos mejor y evitar deudas malas que nos pueden hacer perder nuestra tranquilidad.
Recordemos que existen ciertos tipos de gastos: esenciales, aquellos que no pueden suspenderse -tales como vivienda, alimentación, servicios médicos, educación-; de seguridad, son los que no pueden interrumpirse, pero sí controlarse como luz, agua, teléfono, seguros, etc., y por último, los de estilo de vida, aquellos que se pueden cancelar y controlar: entretenimiento, actividades sociales, vestimenta, etc.
En este último, las invito a hacer una reflexión: ¿sabes cuánto cuesta tu estilo de vida?, ¿qué porcentaje de tus ingresos representa? Con esto podrás darte cuenta si los gastos emocionales son los que te mueven. Adicional, existe una regla que puedes aplicar que se llama “regla del pago máximo”, en donde asumes que total de tu ingreso es el 70 % y replanteas tus compras a crédito y compromisos que excedan el 30 % de este monto. Si lo exceden entonces son gastos que requieren más planeación.