Las primeras preguntas que haría a las mujeres líderes, incluso no solamente en el ámbito laboral, sino familiar y personal, es: ¿cómo nos percibimos y percibimos a nuestros equipos de trabajo o nuestra familia?, ¿estamos siendo empáticos y entendemos la situación de cada uno? y, ¿cómo está nuestro nivel de autocoinciencia?
Sorrentino y Short (1986) han demostrado que la autoevaluación es una clave para el reconocimiento de las habilidades y capacidades, así como de las propias limitaciones, lo que nos permite observarnos y así poder plantearnos un método de mejora. Adicional, hay dos características que describen a los grandes líderes: voluntad y humildad.
Voluntad es la determinación de sacar adelante una visión, una misión y/o una meta. Humildad es la capacidad de darse cuenta de que el liderazgo no tiene que ver con el líder, tiene que ver con las personas que lo necesitan.
Asimismo, ser líderes empáticos y buscar esa conexión con nuestros colaboradores y colegas ayuda a tener un impacto en la corporación, ya que el papel que desempeñan es ayudar a que las personas logren sus metas, así como poder marcar una diferencia en la vida de sus colaboradores.
Como líderes debemos recordar que entre más conexión generemos, la lealtad y la incondicionalidad serán parte de las características de nuestros equipos de trabajo.
¿Qué es lo que hacen los líderes de servicio, los que buscan relaciones de conexión?:
- Ver el futuro: ¿cuál es el propósito de su equipo, qué valores son los que impulsan el comportamiento de ellos?
- Atraer y desarrollar a las personas: ¿cuál es el perfil que se está buscando para el equipo y/u organización, cómo se estimula su desarrollo?