El Síndrome de Desgaste Laboral se refiere específicamente a los fenómenos dentro de este contexto; la respuesta sintomática es similar a la depresión, produce malestares físicos diversos, así como disminución en la motivación e involucramiento en el trabajo.
Algunas consecuencias físicas son la obesidad, diabetes, hipertensión, dolores de cuello, espalda hombro, fatiga prolongada, entre otros. Asimismo, existen consecuencias psicológicas y ocupacionales, como el insomio, depresión, ausentismo y errores laborales, respectivamente.
Del mismo modo, la Asociación Americana de Psicología (APA por sus siglas en inglés) señala que las afectaciones de empleados agotados cuestan entre 125,000 millones y 190,000 millones al año en gastos de atención médica en Estados Unidos, adicional a los costos indirectos por baja de productividad, presentismo, absentismo, alta rotación y la pérdida del talento.
Por su parte, la OMS estima que entre el 21 y 31% de casos de hipertensión en América Latina están relacionados con altas exigencias laborales y bajo control, lo que deriva en riesgos relacionados con el estrés. Y aquí la pregunta para nosotras las mujeres es ¿cuáles son nuestros hábitos?, ¿son saludables?
¿Cómo estamos llevando nuestra alimentación, horas de sueño, actividad física, consumo de café? Y lo más importante, ¿tenemos presente y estamos atentas a tener un buen sistema inmunológico, el control de nuestra presión arterial o algún padecimiento gástrico?
Es importante que identifiquemos si tenemos alguna señal de nuestro cuerpo, o bien si presentamos fatiga, desinterés o falta de realización para poder detectar y prevenir el burnout.
Pero ante esta situación, y “saliendo de la caja”, ¿Cómo podemos resolver este tema, no solamente con nosotras sino con nuestro entorno? Y a esto, hemos denominado “Felicidad Corporativa”:
- Generar cultura de optimismo y propósito
- Fomentar la cooperación y apoyo social dentro de la empresa
- Crear iniciativas de motivación, emociones positivas y fomentar fortalecimiento de equipos.