En México, las mujeres deben trabajar 61 días más al año para ganar lo mismo que sus pares hombres en el mismo puesto. Podría significar solamente una cifra, de tantas que abundan en el mundo sobre desigualdad, pero son datos que revelan las profundas brechas que históricamente enfrentan las mujeres.
La paridad salarial exige resultados hoy, no en medio siglo más

A nivel global, existe una brecha salarial del 20%, comparada con la de México, que se eleva al 35%. La disparidad salarial es tan extensa que cerrarla podría tomarnos medio siglo más para países de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos.
Hablar de paridad salarial no sólo es un tema de derechos humanos, sino de competitividad y de bienestar para todas las personas, porque cuando una mujer avanza, el mundo lo hace con ella. Se sabe que un hogar liderado económicamente por una mujer tiene un impacto mayor en la inversión de educación, salud y bienestar para la familia.
Para erradicar esta problemática debemos entender los múltiples factores que permiten que ésta prevalezca. Por ejemplo, las mujeres destinan un mayor número de horas a las labores no remuneradas dentro del hogar; asimismo, existe un mayor número de mujeres trabajando en la informalidad. Otro aspecto que exacerba estas brechas es la elección por carreras con menor retribución salarial, comparado con las que eligen sus pares hombres como carreras STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, por sus siglas en inglés), las cuales son significativamente mejor pagadas.
La situación no se vuelve mucho más sencilla una vez que las mujeres acceden a un trabajo formal. Los puestos de liderazgo siguen estando dominados en su mayoría por hombres, lo que puede generar barreras adicionales en su crecimiento profesional dentro del mundo corporativo.
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Para luchar contra este tema, a nivel gubernamental, algunos países están optando por el principio de “pago igualitario por trabajo de igual valor”, el cual busca eliminar brechas salariales al considerar la equivalencia en responsabilidades y habilidades, incluso en roles distintos.
Pero no todo recae en políticas públicas. Frenar estas brechas también es una tarea que la iniciativa privada debe abrazar para crear espacios de trabajo justos para todas las personas. En términos de competitividad, las empresas tendrán más éxito cuando integren a más mujeres en sus cadenas de valor, lo que generará mayor rentabilidad, mejores márgenes de EBIT, crecimiento del precio de acciones, entre otros beneficios económicos.
Llegar a la paridad salarial del 100% no es tarea fácil. Requiere de voluntad para incomodarnos al examinar nuestros procesos y descubrir que nuestras prácticas siempre pueden ser perfectibles. Desde nuestro rol como empresas, tenemos una gran responsabilidad para reducir las desigualdades, principalmente las de índole salarial.
Entre las acciones que podemos impulsar se encuentran el establecer procesos de selección y promoción inclusivos, impulsar políticas de compensación transparentes, realizar monitoreos constantes que aseguren la equidad en todos los puestos, fortalecer nuestra cultura organizacional, principalmente en los equipos de liderazgo.
No podemos esperar medio siglo para ver resultados tangibles. El cierre de brechas en el país requiere un fuerte compromiso, continuidad en los planes de acción y tender puentes con diferentes sectores para compartir prácticas. No basta con reconocer las desigualdades, debemos crear políticas públicas justas, prácticas empresariales transparentes y mecanismo que nos exijan rendir cuentas para alcanzar resultados medibles y concisos.
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Nota del editor: Daniela García es VP HR Advisory & Talent Acquisition para Norteamérica Element Fleet Management Mexico. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora.
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