En México, como en muchas partes de Latinoamérica, las mujeres enfrentan desafíos significativos para acceder a servicios financieros formales. A pesar de los avances en inclusión financiera, un estudio de la Corporación Financiera Internacional (IFC, por sus siglas en inglés) del Grupo Banco Mundial, señala que solo el 25% tiene acceso a crédito, lo que significa que 16.8 millones de mujeres entre los 18 y los 70 años siguen excluidas de los servicios financieros formales, presentando un potencial de ingresos para las instituciones financieras de cerca de 1,870 millones de dólares, mientras que la demanda de crédito insatisfecha de mipymes dirigidas por mujeres supera los 6,500 millones.
La automatización como motor de la inclusión financiera de las mujeres

Esta brecha de género no solo refleja una menor capacidad de independencia económica en comparación con los hombres, sino que también representa una oportunidad de negocio sin explotar para el sector financiero. De hecho, según un informe de Ernst & Young, se espera que para 2028 las mujeres controlen el 75% del gasto discrecional a nivel global, lo que constituye una oportunidad de mercado gigantesca para las instituciones financieras que logren acceder a este segmento.
De esta manera, la inclusión financiera, que implica el acceso equitativo a servicios como ahorro, crédito, seguros y pagos, es fundamental para el empoderamiento social y económico de las personas, en especial las mujeres. Estos servicios brindan herramientas esenciales para generar ingresos, acumular activos y gestionar riesgos. En este sentido, la tecnología, y en particular la automatización, ha emergido como una de las principales herramientas para cerrar la brecha de género en el acceso a productos financieros.
El uso de la tecnología financiera y la automatización de decisiones han permitido agilizar la evaluación crediticia, eliminando las barreras históricas y reduciendo la subjetividad en el proceso. Esto ha facilitado el acceso al crédito, incluso para aquellos segmentos de la población que tradicionalmente han estado fuera del sistema financiero, como las mujeres que carecen de historial crediticio formal. Además, la automatización de decisiones ha hecho posible que las instituciones financieras evalúen la solvencia de las mujeres de manera más ágil y precisa, permitiéndoles ofrecer productos personalizados que se adapten mejor a sus necesidades específicas.
La implementación de modelos de inteligencia artificial y la automatización de decisiones facilita la incorporación de políticas de riesgos con enfoque de género dentro de las instituciones, permitiéndoles ofrecer productos que respondan a necesidades específicas de las mujeres, contribuyendo no solo a la inclusión financiera, sino también a la creación de nuevas oportunidades de negocio. Estos avances facilitan la evaluación de riesgos y la personalización de productos para sectores de la población sin historial bancario, como las trabajadoras informales o las emprendedoras que aún no cuentan con acceso al sistema financiero tradicional.
Según un informe de la CEPAL basado en una encuesta realizada en el último trimestre de 2022, el 63.7% de los trabajadores informales en América Latina, solicitó algún tipo de financiamiento. Esta tendencia revela una clara demanda de acceso a productos financieros por parte de un sector que, aunque generalmente cumple con los pagos de préstamos o tarjetas no bancarias, no cuenta con historial crediticio formal debido, principalmente, a su trabajo informal, lo que les impide demostrar ingresos ante los bancos. Este fenómeno subraya la necesidad de utilizar modelos de análisis alternativos que incorporen datos no tradicionales, como información de financiación en tiendas departamentales, pagos de servicios, alquileres o consumo, para evaluar la capacidad de crédito de las personas en estos sectores no bancarizados.
Reducir la brecha de género en la inclusión financiera no es solo una cuestión de equidad, sino también una estrategia clave para impulsar un desarrollo económico sostenible en México. La correcta implementación de tecnología acompañada de políticas públicas y privadas, tales como programas de educación financiera y de acceso a crédito para sectores no bancarizados, puede abrir las puertas a un futuro más inclusivo para las mujeres mexicanas. Esto les permitirá liderar y contribuir significativamente al crecimiento económico del país, promoviendo una verdadera inclusión.
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Nota del editor: Marina Mero es CMO de uFlow. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora.
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