La serpiente, símbolo de sabiduría y transformación en muchas culturas, hace alusión a la dualidad que enfrentan las mujeres indígenas: por un lado, son guardianas de conocimientos ancestrales; por otro, luchan contra la mordedura venenosa de la desigualdad provocada por el sistema capitalista y el patriarcado, que siempre van juntos. Como la Cihuacóatl, que daba tanto vida como advertencias de peligro, las estadísticas de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) 2022 gritan verdades incómodas: el 70.1% de las mujeres indígenas en México han sido víctimas de algún tipo de violencia, un cáncer social que debe erradicarse.
En el ámbito educativo, la serpiente se muerde la cola: solo el 8.8% de las mujeres indígenas globalmente, de acuerdo a un informe de la Organización Internacional del Trabajo, alcanza estudios superiores, mientras que en México, la brecha educativa serpentea a través de las generaciones con un promedio de escolaridad de apenas 6.9 años, comparado con los 9.9 años de las mujeres no indígenas, de acuerdo al Censo del INEGI más reciente, de 2020.
Tal como Cihuacóatl, quien en las historias míticas cargaba los instrumentos de tejido en su espalda, las mujeres indígenas de hoy llevan el peso del trabajo no remunerado: dedican 35.9 horas semanales a labores domésticas, cinco horas más que sus contrapartes no indígenas. El 63.9% participa, además, en trabajos comunitarios no remunerados, manteniendo vivas las tradiciones del tequio y la mano vuelta, según el informe “El trabajo no remunerado y la calidad de vida de las mujeres indígenas”, realizado en 2024 por INMUJERES y el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas. La explotación no debe seguir siendo un uso o costumbre.
El 2025 marca un punto de inflexión, como el momento en que la serpiente muda de piel. Las cifras actuales son la vieja cobertura que debe dejar atrás: el 18.3% de las mujeres indígenas viviendo con menos de 1.90 dólares diarios, el 79.7% sin acceso a seguridad social en México y el 26.2% de analfabetismo que persiste como una sombra revelada por la Encuesta Nacional de Discriminación 2022.