A pesar de los diferentes avances que se han registrado en años recientes, la inclusión de las mujeres a la fuerza de trabajo es aún en la actualidad uno de los mayores desafíos que tenemos tanto en México como en el mundo. Existen referencias normativas que ante esta situación están impulsando esta agenda, por ejemplo, la ONU, en sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) dedica su número 5 a la Igualdad de Género y el empoderamiento de la mujer. A través de este ODS se busca asegurar la participación plena y efectiva de las mujeres, así como la igualdad de oportunidades de liderazgo a todos los niveles de toma de decisión en la vida política, económica y pública, aprobando y fortaleciendo políticas acertadas y leyes aplicables que lo promuevan.
Transición energética. El reto de incorporar a más mujeres
Si bien la industria, como muchas otras, está evolucionando y permitiendo una mayor participación de mujeres, es crucial que otras áreas también se adapten y fomenten la inclusión y la equidad de género, pues no sólo se trata de abrir espacios en las empresas para lograr una igualdad porcentual en sus plantillas sino de generar estos espacios desde su raíz, es decir, desde los sistemas educativos y la sociedad, para que, cada vez haya más colaboradoras preparadas para ocupar puestos de liderazgo y a lo largo de toda la cadena de valor en sectores tan vitales como el energético.
Según los datos de la Red Global de Mujeres por la Transición Energética y la Agencia Internacional de Energía Renovable (IRENA, por sus siglas en inglés), únicamente 22% de las personas que trabajan dentro este sector son mujeres.
El problema es aún más complejo en puestos de liderazgo, pues se estima que solamente uno de cada 100 puestos de alta dirección dentro de este terreno es ocupado por una de nosotras.
En el país el panorama es, desafortunadamente, similar, ya que apenas un 26% del total de las personas que trabajan en el sector secundario, donde se encuentra el segmento energético, pertenece al género femenino.
Cambio de paradigma
El camino hacia una mayor participación femenina en el sector energético comienza con la transformación de la percepción de las personas. Esto implica eliminar los sesgos arraigados que se han desarrollado con el tiempo, desde la educación en el hogar durante la infancia hasta las experiencias individuales. Es necesario desafiar conscientemente estos pensamientos, adoptando una perspectiva más inclusiva y colectiva. Esta reorientación no solo busca mejorar el sector energético, sino también beneficiar a la sociedad en su conjunto a largo plazo.
Por otra parte, el sector académico también es parte fundamental para este cambio, pues actualmente sólo 35% del total de los estudiantes de carreras STEM, (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas por sus siglas en inglés) son mujeres. Esto, impulsado por temas culturales y familiares en donde se inculca que estas materias no son para ellas.
Por ello es importante reforzar el acercamiento de las niñas y jóvenes con la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, con el objetivo de que se enamoren de ellas y comprendan que, todas son dignas de pertenecer a estas y ocupar puestos de liderazgo.
Las políticas productivas de los países se están modificando y deben cuestionar abiertamente la manera más eficiente de integrar y generar una mayor participación de las mujeres a través de potenciar su autonomía en nuevas formas de producción como las que se encuentran en el sector energético, una mayor flexibilidad laboral y el uso de tecnologías de la información.
Ante este panorama, desde la perspectiva empresarial, es importante que trabajemos en dos grandes vertientes: a) impulsar al interior de las empresas una visión con perspectiva de género, a través de la que podamos identificar cuáles son aquellos roles que generan situaciones de desigualdad entre hombres y mujeres, permitiendo al sector diseñar y establecer acciones específicas que ayuden a cerrar las brechas de género existentes; b) incentivar la formación de mujeres en áreas técnicas con capacitaciones específicas de acuerdo con los requerimientos de las empresas del sector, permitiéndoles acceder a mejores puestos de trabajo, ampliar sus áreas de ocupación y diversificar su presencia dentro de las estructuras organizacionales.
Aunque los puntos mencionados anteriormente, deberán ser abordados desde distintos enfoques, los pasos que se tienen que dar a lo largo de este proceso deberán llevar al mismo camino, construir espacios más equitativos en el sector.
La transición energética será sin duda un empuje positivo para nuestro objetivo, pues se necesitan mujeres que consoliden el sector energético, justo como lo están haciendo nuestras tecnologías. Por un lado, una mayor digitalización y operación automatizada de los activos de la industria, así como una mayor orientación hacia los servicios de gestión de energía, puede ampliar en mucho el espectro de perfiles atraídos por el sector, favoreciendo la diversidad, las oportunidades y el continuo desarrollo.
En conclusión, la inclusión de las mujeres en el sector energético es un desafío crucial que requiere acciones coordinadas a nivel social, educativo y empresarial. Promover una cultura de igualdad de género, proporcionar oportunidades de formación técnica y adaptarse a las nuevas tendencias tecnológicas son pasos esenciales para construir un futuro más equitativo y próspero en esta industria clave.
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Nota del editor: Cynthia Salgado es Head of ICT México. Síguela en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora.
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