Sin embargo, en un sistema patriarcal donde aún abundan la discriminación y los prejuicios hacia el “sexo débil”, hay mucho que hacer para romper el techo de cristal, que es el límite que obstaculiza la ascensión de las mujeres hacia su realización personal, impidiéndoles escalar a puestos de alta jerarquía en el plano profesional. En este techo se reflejan los estereotipos que ven al hombre como directivo y figura única de poder, y se materializa en un México donde las mujeres tardarían más de 50 años en cerrar la brecha salarial de género.
A pesar de todo, ellas poco a poco se han ido abriendo camino. Según el estudio Mujeres Directivas 2022 , realizado por la consultora Grant Thornton, 90% de las empresas en el mundo tiene al menos a una mujer en su junta directiva. África gana la competencia de inclusión al tener 40% de mujeres en puestos de liderazgo y América Latina no se queda atrás, con 35%. Los mercados emergentes están cambiando rápidamente de mentalidad en comparación con economías desarrolladas que todavía presentan resistencia al cambio, como es el caso de la Unión Europea, Estados Unidos y Canadá, donde el porcentaje de mujeres directivas no supera el 33%.
Asimismo, la pandemia por COVID-19 marcó un punto de inflexión al poner de manifiesto las capacidades de las mujeres para adaptarse al cambio y al cumplimiento de objetivos. Si bien en la época más crítica de la pandemia ellas fueron las más afectadas en el plano, las empresas se dieron cuenta de que, al adoptar prácticas como horarios flexibles, home office y trabajo orientado a resultados, las mujeres destacaron, por lo que la gran mayoría de las compañías consideran que estas nuevas prácticas laborales tendrán un beneficio a largo plazo en su trayectoria profesional.
En México, el porcentaje de mujeres en puestos de liderazgo asciende a 33%, dos puntos porcentuales menos que en 2021. Esto podría deberse a la incertidumbre económica que vive el país, así como al gradual retorno a la “nueva normalidad”. Tampoco podemos olvidar la violencia de género, patente en acoso y feminicidio.
Para romper el techo de cristal, las mexicanas deben enfrentarse a demonios propios y ajenos: aquellos que les inculca una cultura androcentrista, provocándoles baja autoestima, culpabilidad, necesidad de perfeccionismo y miedo; y los que reinan en un sistema inequitativo y discriminatorio, donde la cultura organizacional pretende que para escalar en el ámbito profesional hay que renunciar a la vida personal. ¿Cómo lograr una vida laboral equilibrada cuando se tienen hijos que amar y mantener en un contexto en el que las labores de cuidado suelen asignarse casi en su totalidad a la mujer?
Es responsabilidad de las empresas fomentar buenas prácticas laborales que fomenten la inclusión y la diversidad, a fin de captar el talento femenino, en el cual destacan habilidades de liderazgo como resiliencia, motivación, iniciativa e impulso hacia resultados.