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Mujeres: una lucha inconclusa

La sociedad, y en particular las empresas, deben ser el nido de desarrollo de mujeres, cuyos resultados han sido muy pobres, considera Juan Domínguez.
mar 08 marzo 2022 05:00 AM
(Protesta de mujeres contra la violencia)
Le corresponde a gobierno y a las fuerzas del Estado trabajar el tema de la violencia, con medidas no sólo de reacción sino de prevención, apunta Juan Domínguez.

(Expansión Mujeres) - El 8 de marzo de 2020, cientos de miles de mujeres salieron a las calles a continuar una lucha de décadas alrededor de sus derechos. Coincidió en ese mismo año la iniciativa de “Un Día Sin Mujeres”, que desocupó los centros de trabajo de una buena parte de su población para que nos diéramos cuenta — y así fue — del valor de la mujer en la economía.

A pesar de los múltiples daños que radicales enardecidas hicieron a los monumentos que se encontraron en su camino y de la agresión a los periodistas masculinos que cubrieron el evento, sin duda alguna ese 8 de marzo y los días que le siguieron fueron una de las cúspides del movimiento feminista, que además, parecía que no se iba a limitar a un día sino a una discusión de fondo sobre las causas estructurales de la desigualdad y de la violencia hacia las mujeres.

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De repente la llama se apagó pocos días después, cuando aparecieron las amenazas y los casos de la pandemia que nos envió a nuestras casas a trabajar remoto, en la medida de lo posible, acabando así con un movimiento que de alguna manera parecía más articulado que en años anteriores.

De la misma manera, como andábamos todos discutiendo ese término común pero vacío de “nueva normalidad”, este asunto de las mujeres pasó a un segundo plano en la medida en que estaba en riesgo toda la sociedad.

Se trata de una problemática cuyos fundamentos y cimientos son culturales y económicos (la pobreza el más relevante), pero que tiene varias aristas, todas ellas relevantes.

La más dramática de todas se refiere a la violencia de género, si bien todos estamos sometidos a una crisis de violencia jamás antes vista — que ya supera los 18 años anteriores — el problema a atender radica en la violencia hacia las mujeres por ser mujeres, por ello es una especificidad de la violencia en general. Los

Resultados distan de ser siquiera decentes, los índices han subido a doble dígito.

Dentro de este abanico de problemáticas aparece también la compleja discusión sobre el aborto, bajo una premisa en la cual las mujeres tienen ese derecho — “mi cuerpo, mi decisión”. Si bien este argumento es altamente cuestionable, la falta de una legislación clara sobre el tema lleva a que cientos de mujeres mueran producto de intervenciones clandestinas.

Finalmente está la discusión sobre la mujer en el trabajo, la brecha salarial y las oportunidades de acceso desde la gerencia media hasta la alta dirección. No se diga de los consejos de administración cuya composición de género deja mucho que desear.

Lamentablemente, en muy pocos de estos frentes se ha avanzado, y parece ciertamente una lucha infértil pues no sólo las cosas no mejoran sino que se agravan.

Resulta preocupante y lamentable cómo — en plena veda electoral — una gobernante reúne a un grupo de mujeres para hablar de esta problema y en lo que termina el evento es en arengas de caudillo de pueblo en apoyo al gobierno de turno, cuyo líder, por cierto ha despreciado y menos valorado el tema.

Hay muchísimos frentes por atender en este problema, y al ser tan amplio el menú termina confundido tanto el movimiento como la población en general. Para ello es necesario entender que si bien se busca una solución holística este elefante hay que comérselo a pedazos.

Le corresponde a gobierno y a las fuerzas del Estado trabajar el tema de la violencia, con medidas no sólo de reacción sino de prevención. La educación juega quizás el papel más importante en este frente, como puente para la eliminación de las causas estructurales de la pobreza.

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El legislativo no se puede quedar corto en generar medidas de equidad, de protección a la maternidad y la problemática que la rodea y a la imposición de sanciones penales realistas y acordes con el problema.

La sociedad, y en particular las empresas, deben ser el nido de desarrollo de mujeres, cuyos resultados han sido muy pobres. En adición a la brecha salarial que alcanza a llegar arriba del 10%, se prefiere contratar mujeres en la cima de la pirámide en vez de crear programas de acción afirmativa que solucione de fondo el problema en el mediano plazo. Muchos cazadores de talento reciben ya perfiles donde, además de la descripción del puesto se acompaña la solicitud de “que sea una mujer”.

Y de nosotros mismos, de entender el fenómeno. Hay quienes preguntan “¿y cuándo es el Día del Hombre?”, o peor aún, le entran al mercantilismo para repetir el San Valentín y regalar flores y peluches para celebrar a sus mujeres.

Entendamos que el 8 de marzo no es un día para festejar sino para reconocer y hacernos responsables — todos — de una tarea que lleva años sin ser entregada.

Nota del editor: Juan Domínguez ha tenido una carrera de más de 20 años en áreas de Recursos Humanos en las industrias de consumo masivo, aviación y servicios financieros. Es co-fundador de HUMANOS red colaborativa y People & Culture Officer en Clara. Es abogado con estudios de ciencia política y desarrollo humano en Cornell University, University of Notre Dame, University of Asia and the Pacific, Pontificia Universidad Javieriana el ITESM. Es consultor, autor y profesor universitario. Escríbele a juan@juandominguez.red y/o síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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