Las mujeres prefieren una gestión pasiva de los fondos y son capaces de sostener sus inversiones durante más tiempo, aún cuando caigan los mercados. Los hombres operan comercialmente un
45%
más en promedio que las mujeres y manejan portafolios más volátiles.
La confianza que ellos tienen a la hora de invertir en realidad les juega en contra, porque comprar y vender constantemente implica costos en impuestos y comisiones que no tienen los fondos de gestión pasiva.
Sin embargo, aún con todos los números a su favor, las mujeres todavía desconfían de su instinto inversor. El estudio de Fidelity sostiene que ellas se sienten más seguras en el rol de CEO de sus casas, manejando las finanzas del día a día, que invirtiendo a largo plazo. Es otra cara del síndrome del impostor que afecta sobre todo a las mujeres, y que se ayuda a superar a través de
Skirt the Rules
, un movimiento mundial que busca potenciar su poder emprendedor.
Aún así, el 50% de las mujeres consultadas por Fidelity manifiesta más interés en invertir ahora que antes de la llegada del COVID-19. El 67% reconoce que está dispuesta a invertir los ahorros que tiene fuera de su cuenta de retiro, lo que representa un notable aumento respecto de la última vez que se hizo este sondeo, en 2018.
El signo de los tiempos
El manejo de la pandemia marca un antes y un después en la valoración de la forma en que hacemos las cosas las mujeres. Mucho se ha escrito sobre el
mejor desempeño
de los gobiernos femeninos en los momentos más álgidos de la crisis, y se ha elogiado su capacidad de observación, su espíritu colaborativo y su calma en la tormenta. Es esta misma templanza la que se valora a la hora de invertir.