Esto aplica también al resto de los hogares. En México, las mujeres dedicamos 2.6 veces más horas a la semana que los hombres a ejecutar tareas no
remuneradas
(según la Encuesta Nacional del Uso del Tiempo 2019). Tareas como cocinar, planchar, lavar, limpiar, recoger, cuidar enfermos o niños -por listar algunas actividades-, las cuales parece que no terminan y se valoran poco, porque no tienen un sueldo asociado.
Sin embargo, este trabajo tiene un valor económico. Visto de una forma simplificada, si nadie en el hogar realizara dichas actividades habría que pagarle a alguien para que las hiciera. Así es como el Inegi estima el valor del trabajo no remunerado cada año.
Para 2020, el valor de este tipo de tareas ascendió a más de 6.4 billones de pesos, equivalente a casi 28% del PIB. Esto implica que si los quehaceres domésticos y de cuidados no remunerados fueran un sector económico, serían el de mayor valor de la economía mexicana. Casi 1.5 veces mayor que el sector comercio y cinco veces superior al sector construcción.
Como era de esperarse, el confinamiento a raíz de la pandemia incrementó la demanda de este tipo de tareas, al grado que este indicador registró el cambio anual más grande desde 2003 con un incremento de cinco puntos porcentuales en comparación con el dato de 2019.
Tanto hombres como mujeres aportaron más al hogar. De hecho, llama la atención que la pandemia logró que ellos generaran un mayor valor por cocinar, limpiar y lavar ropa. Sin embargo, esos avances no fueron suficientes para cambiar el desbalance de la repartición de las tareas no remuneradas al interior del hogar. Las mujeres aportaron 73% del valor total, lo que equivale a un promedio de 69,128 pesos por mujer al año.