“Para ser mujer joven, eres muy lista.”
“Como parte del proceso de reclutamiento, es indispensable presentar una prueba de embarazo.”
“Lo siento, mientras estabas en licencia de maternidad, se reestructuró el área y tu puesto desapareció.”
“Tu sueldo no puede ser igual al de Juan, porque él mantiene a una familia.”
“El jefe quiere que vayamos a cenar solo él y yo a un restaurante muy elegante para discutir mi próxima promoción.”
Violencia laboral. Lo que no se dice y lo que sí podemos cambiar
Estas frases son ejemplos de manifestaciones cotidianas que adopta la violencia en el mundo del trabajo. Quizá te resulten cercanas porque las viviste, las escuchaste o alguien te las contó.
La evidencia lo confirma. En México, tres de cada 10 mujeres han vivido algún tipo de violencia laboral a lo largo de su vida, desde discriminación en oportunidades o salario por razón de género hasta intimidación o abuso sexual. Y lo más grave, es que la mayoría de las mujeres que lo viven no lo denuncia, ya sea porque estos comportamientos están normalizados o porque no existen mecanismos confiables para reportarlos sin represalias.
A pesar de la frecuencia, este no es un problema sin salida. Las empresas tienen un poder enorme para cambiar la historia.
Un primer paso es contar con protocolos claros para prevenir y actuar frente a casos de discriminación, acoso y hostigamiento sexual y laboral. Aunque la NOM-035 no los exige explícitamente, sí pide medidas para prevenir malos tratos, acoso y relaciones negativas en el trabajo, lo que implica tener mecanismos transparentes para recibir quejas, canalizarlas y atenderlas. En pocas palabras, hoy cualquier empresa debería contar con un protocolo funcional y confiable, sin importar su tamaño.
El reto aparece en el siguiente paso. Muchos lugares elaboran el protocolo, lo firman al entrar a trabajar y no vuelven a mencionarlo. Eso no inspira confianza ni protege a nadie. De acuerdo con un estudio de ONU Mujeres y Pacto Global , 98% de las empresas que se autoevaluaron en 2023 en materia de igualdad de género, declararon tener instrumentos para garantizar entornos libres de violencia, pero solo 49% ofrece capacitación anual en tolerancia cero. Ahí es donde se pierde la oportunidad de transformar la cultura. Recordatorios periódicos, casos prácticos y talleres pueden convertir un documento en una herramienta que cambie comportamientos.
En el marco del 25 de noviembre, Día Internacional para Erradicar la Violencia contra las Mujeres, vale la pena recordar que la violencia no se combate una vez al año, sino todos los días. Mirar las estadísticas no sirve para angustiarnos, sino para reconocer la magnitud del problema y actuar desde nuestro entorno inmediato.
Una pregunta para hacer un análisis muy rápido alrededor de este tema, y que podría ser incómoda es: ¿crees que las mujeres de tu empresa se sienten lo suficientemente seguras como para recomendarle a una amiga trabajar ahí?
Si la respuesta es sí, cuéntalo. Compartir buenas prácticas inspira a otras organizaciones a replicarlas. Si la respuesta es no, es momento de actuar. No necesitas esperar una inspección de la Secretaría del Trabajo. Puedes empezar hoy al revisar los protocolos disponibles, reforzar la sensibilización, escuchar a tu equipo y cuestionar lo que siempre se ha hecho igual.
La violencia laboral no desaparece sola. Se combate con decisiones valientes, políticas claras y una convicción empresarial de inclusión. Las mujeres merecen espacios donde trabajar no implique un riesgo, lo cual a su vez, es estratégico para atraer, retener y motivar al talento que hace crecer a las organizaciones.
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Nota del editor: Fátima Masse es Economista especializada en temas sociales. Síguela en Twitter como @Fatima_Masse . Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas de su autora.
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