Estos juicios están basados en un ideal hegemónico maternal. Es una concepción que establece que ser mamá es el rol más importante que una mujer puede experimentar. Este ideal incita a todas las mujeres a ser madres y también establece las condiciones en que tienen que serlo.
Desde esta perspectiva no basta con ser madre: hay que ser perfecta. Este tipo de maternidad está centrada en el niño y es emocionalmente absorbente porque requiere que la mujer cuide mejor a sus hijos que a ella misma. Implica que la mujer no se desarrolle en otros ámbitos de su vida como el profesional.
Este ideal arcaico aniquila parejo: a madres y no madres.
Si rechaza a las madres que desean experimentar “otras maternidades” alejadas del estereotipo de la madre perfecta, ya te imaginarás el concepto en el que entramos las mujeres sin hijos: la absoluta desvalorización social.
Somos las fracasadas, egoístas y sin voluntad de cumplir la “vocación de la maternidad”.
Pero ahí no acaba el problema. Este esquema asfixiante en el que “o eres una madre angelical o eres un cero a la izquierda”, plantea la vida en términos de blanco o negro, y justo esa postura es un ejemplo claro del perfeccionismo. Este es uno de los elementos que más restan a la felicidad de las personas.
Lo más impactante es que, aunque pareciera un discurso poco vigente y ajeno a nuestra realidad, sigue presente a través de sesgos inconscientes y comentarios desatinados que atacan la individualidad de las mujeres y fracturan la cohesión de los equipos.
¿Algunos ejemplos?
A quienes son madres:
La culpa de la madre trabajadora. Si ya era complicado para la mujer conciliar la vida laboral y personal, ahora con la pandemia, trabajar mientras conecta al niño a su clase virtual es un tema. Resulta casi imposible compaginar ambas actividades. Comentarios como ¿Cuánto tiempo le dedicas a tus hijos si trabajas la jornada completa? detonan culpa por no pasar todo el tiempo que ellas quisieran con sus hijos.
La madre trabajadora que podría no trabajar y elige hacerlo. Cuestionamientos como “Pero si no tienes necesidad de trabajar ¿Por qué no disfrutas todo tu tiempo con tu hijo?”, plantean que la única fuente de felicidad deben ser los hijos y que debe sentir culpa por querer desarrollarse en otros ámbitos.