Desde mi perspectiva, no solo se trata de aceptar el derecho de todas las personas a sus creencias religiosas, opiniones políticas, tradiciones culturales y orientación sexual, sino también de respetar la personalidad de cada persona, sus elecciones y circunstancias de vida, incluidas las relacionadas con la procreación y, en consecuencia, la situación de una mujer en relación a su maternidad o no maternidad.
Quienes ejercen su maternidad llegan a vivir actos discriminatorios como el despido por embarazo, que lamentablemente se encuentra en el top ten de Denuncias ante el Conapred, (entre 2011 y 2020 se recibieron un total de 723 quejas por actos de discriminación relacionados con el despido por embarazo). Definitivamente debe detenerse la humillación, denigración, la agresión psicológica y física que enfrenta esta población por la única razón de haber decidido ejercer su derecho a la maternidad.
Pero ¿qué crees?, las que entramos en el estatus de no maternidad también necesitamos ser vistas. En este segmento hay varias categorías: las mujeres que aún no son madres pero piensan serlo más adelante, las que eligieron no tener hijos y las que sí deseábamos ser madres pero nuestras circunstancias nos lo impidieron.
En los espacios de trabajo casi nunca se habla sobre la situación en la que nos encontramos las mujeres sin hijos, no se considera su estado de ánimo y los asuntos personales y sociales con los que hay que lidiar a causa de la no maternidad voluntaria o involuntaria.
Hay quienes son objeto de una sobrecarga de trabajo, horas extras y menor flexibilidad en sus horarios porque, se asume que, al ser una mujer que no tiene hijos, pueden con más desafíos además de creer que difícilmente tienen una vida significativa fuera del trabajo.
Recuerdo una ocasión en la que impartí una conferencia dirigida a jóvenes de nivel secundaria y al finalizar se acercó una persona de mi equipo comentándome: “me asombra que hayas logrado conectar tan bien con los jóvenes y me da curiosidad saber de dónde sacaste inspiración para hablarles así, si eres una mujer sin hijos, porque mi motor son mis hijos pero ¿y tú?”. Me dolió mucho y no supe qué contestar.