Pareciera que sentir y expresar gratitud siempre hace bien. Incluso el escritor francés, Jean de la Bruyère, decía “sólo un exceso es recomendable en el mundo: el exceso de gratitud”.
Uy, cuidado; justo aquí es donde quiero enfocarme... y tomando el rol de abogada del diablo cuestiono: ¿el exceso de gratitud podría ser perjudicial para alguien?
Pues la ciencia ha descubierto que sí.
Esto significa que las fortalezas o cualidades personales, incluyendo la gratitud, hay que usarlas en su justa medida, ya que si se utiliza demasiado, puede traducirse en una debilidad. Investigaciones revelan que las personas que exageran en el uso de una fortaleza tienen un menor florecimiento, menos satisfacción con la vida y hasta una mayor tendencia a la depresión.
Hace tiempo conocí a Fabiola. Estaba a cargo del área de Recursos Humanos (RRHH) de su empresa. Desde hace años tiene el mismo cargo y en varias ocasiones ha soñado con ascender de puesto. En una ocasión, en su trabajo salió una convocatoria para liderar un proyecto. Quien obtuviera el cargo contaría con un equipo de apoyo, que respondería exclusivamente a la persona líder.
Desde que Fabiola supo de ella, le hizo ilusión levantar la mano para postularse, pero al poco tiempo la invadieron sus propios sesgos inconscientes: “¿Pero a mí quién me va a ver como jefa?, ¿y si descubren que no soy capaz?, ¿para qué arriesgarme con un proyecto nuevo que no domino si debería de quedarme con mi cargo y sentirme agradecida por lo que tengo? Buscar algo nuevo hará sentir a mi equipo actual que no lo aprecio lo suficiente y que los estoy abandonando”, "es ambicioso y poco agradecido de mi parte que esté pensando en algo nuevo para mí”. La educación que hemos recibido muchas mujeres va orientado a eso: a no arriesgarnos y a quedarnos en la zona de confort ¿o será “conform”?
Los sesgos inconscientes son asociaciones mentales no intencionales y automáticas basadas en género, clase, raza, etnia y creencias religiosas. Son prejuicios que tenemos tan interiorizados que pueden afectar lo que pensamos de nosotras mismas y de nuestras capacidades. Nos llevan a tomar decisiones alejadas de la realidad y basadas en prejuicios.
El problema es cuando los sesgos se alían con el exceso del uso de ciertas fortalezas, como la gratitud, convenciéndonos de que “mejor ya no le movemos y es preferible sentirnos agradecidas quedándonos con lo que ya tenemos”. En este sentido, el exceso de gratitud se vuelve un obstáculo para el crecimiento personal y profesional.
La solución existe, aunque no es sencilla. Se trata de estar consciente de cuando se te pasa la mano en el uso de tu fortaleza, pero es especialmente complicado para una misma identificar sus propios comportamientos en el uso excesivo de sus fortalezas. Por lo tanto, es fundamental que estés abierta a recibir comentarios sobre tus reacciones.