La desigualdad de género en el ámbito empresarial es más un laberinto que un techo de cristal (Eagly & Carli, 2014). Mientras que para muchos hombres el camino es una línea recta, mujeres en todo el planeta deben vivir una ruta llena de vueltas, retrocesos y callejones sin salida; retornos y cambios de estrategia más complejos que en el caso de los varones.
Por ejemplo, la encuesta PAR 2020 , que desarrolla AEquales, una ONG dedicada a promover prácticas de inclusión y participación de género en Latinoamérica, establece que en México 29.3% de las empresas analizadas son dirigidas por una mujer y que, si hablamos de niveles de liderazgo, solo a partir del Nivel 3 (de siete) hay una participación femenina en más del 40% de los puestos.
La idea de analizar la asignación laboral de manera horizontal consiste, al mismo tiempo, en analizar las rutas de desarrollo de las mujeres que lograron puestos altos en la jerarquía de las empresas.
El estudio confirma tres elementos de los que se han hablado mucho y muestra uno nuevo:
Por una parte, la mentoría tiene un papel fundamental en el desarrollo de las habilidades laborales de las mujeres. Además, que es indispensable la participación de los hombres en la búsqueda de la igualdad y que es indispensable que en las empresas se hable de igualdad de oportunidades, de equidad de género y de desarrollo de habilidades.
Sin embargo, lanzó un dato importante respecto a la misma encuesta de 2019: la equidad de género no se alcanza sola.
La mentoría
La palabra de moda es sororidad. Pero en la práctica, una mujer debería apoyar a otra. Enseñarle y ayudarla a desarrollar habilidades que le permitan subir peldaños por las capacidades que tiene y no por el hecho de ser mujer.
He for She
La ONU ha reconocido el papel de los hombres para poder llegar a un ideal de la equidad de género dejando a un lado cualquier confrontación e involucrando a varones en posiciones gerenciales, a participar de las discusiones y de los grupos de género que se establezcan en las organizaciones.