Así que para liderar una empresa en esas circunstancias, las cuales profundizaron problemas que sufren las mujeres como la violencia doméstica o las brechas salariales en el trabajo, Aspe señala que priorizó la empatía sobre cualquier estrategia. “Se conoce a las familias de las personas con las que trabajas, se tiene que ver a tu equipo de una forma más integral. Por otro lado, están las políticas de Recursos Humanos”.
En AT&T México se ha establecido una política, para mujeres y hombres, en la que la fuerza laboral cuenta con 40 horas para cuidados que no tiene que justificar de ninguna forma. “Este tipo de políticas nos ayuda a todas las personas y emparejan un poco el piso los hombres y las mujeres”, dice.
El camino hacia la dirección
Aspe reconoce que, manera silenciosa, se excluye a mujeres de los espacios y eso genera dudas sobre las capacidades de las mujeres. “Sectores dominados por hombres que te dicen constantemente que no deberías estar ahí”, dice. Hoy, está convencida de que su situación es distinta en una posición de liderazgo, pero no sólo para ella, sino para todas las colegas que le rodean.
Con firmeza, y desde la dirección ejecutiva de un corporativo, asegura que la brecha salarial es una forma silenciosa de alimentar las desigualdades y también de minar la confianza de colaboradoras que, de otra forma, buscarían un mayor crecimiento.
“Trabajé durante muchos años en espacios y sectores dominados por hombres y supe que, cuando no hay un porcentaje mínimo en las organizaciones de participación de mujeres, se generan espacios excluyentes a partir de prácticas o lenguaje discriminatorio”, afirma.
Por supuesto, el síndrome de la impostora no se tarda en llegar.
“Tenemos una responsabilidad desde una posición de liderazgo de recordar lo que sucede en otros niveles, otros puestos; de recordar las dinámicas sexistas que envuelven a las mujeres para mantenernos empujando políticas en Recursos Humanos que cambien estructuralmente las condiciones de las mujeres”, apunta.
Y aun en una posición privilegiada, las dudas no se van, hecho que para Aspe tiene que ver con la confianza que las mujeres tenemos en nosotras mismas sobre nuestras propias capacidades para adaptarse a espacios distintos y poder sobresalir.
Por eso, insiste, es necesario construir espacios con condiciones de igualdad para las mujeres para que éstas, al igual que ella lo hizo durante su trayectoria profesional, puedan migrar de un espacio a otro para crecer. “Tenemos que crear espacios para crecer con el sentimiento de que lo merecemos porque tenemos el mismo derecho y talento”, exhortó.
No obstante, algo cambió en la percepción de Mónica respecto al síndrome que parece acompañar a tantas mujeres en su desarrollo: su consciencia sobre esa sensación de dudar sobre no tener las herramientas necesarias para hacerle frente a una responsabilidad.
“Está bien no saberlo todo todo el tiempo, ahora lo entiendo y lo atiendo con trabajo, con estudios. Me aseguro de aprender eso que no sabía, porque puedo”, dijo.