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Cónclave, a la luz de la teología feminista

El reto para el futuro de la Iglesia católica, tras la muerte del papa Francisco, es determinar si continuará el camino a una mayor inclusión o si permanecerá anclada en estructuras patriarcales.
mié 07 mayo 2025 11:40 AM
Cónclave en vivo para elegir al nuevo papa: así van las votaciones de los cardenales
La desmasculinización de la Iglesia no es solo una concesión a las demandas contemporáneas de igualdad de género, sino un retorno al mensaje de Jesús, quien trató a las mujeres como iguales en dignidad, apunta María Elena Esparza Guevara.

El mundo entero tiene la mirada puesta en El Vaticano. Católicos y no voltean al país más pequeño del mundo con curiosidad, interés y también esperanza de encontrar un líder religioso, político, moral en la nueva designación Papal que logren los cardenales reunidos en El Cónclave.

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Mucho se ha hablado de la agenda progresista impulsada por el Papa Francisco. Tan insuficiente como fundamental por sentar un precedente en términos del intento por desmasculinizar a una de las instituciones más conservadoras a nivel mundial, de las más ancladas en tradiciones excluyentes de las mujeres.

Decisiones como el nombramiento de sor Simona Brambilla al frente de los Institutos de Vida Consagrada o incluir a Raffaela Petrini, Yvonne Reungoat y Maria Lia Zervino en el organismo que elige a los obispos o la eliminación del "pecado reservado" en caso de aborto se volvieron centro de la polémica en una de las capitales religiosas más relevantes del mundo. Tenía pocos días de haberse mudado al Vaticano cuando Francisco declaró que “la Iglesia es mujer”. Pero quienes mandan en ella son hombres y esos hombres hoy tienen la tarea de elegir a un sucesor, otro hombre, que podrá cosechar lo sembrado por el anterior Papa o si echar bajo tierra esas aspiraciones.

Es curiosa la cerrazón frente a posibilidades como integrar a las mujeres al sacerdocio porque, si revisamos, contradice el mensaje original del cristianismo, que enfatiza la igualdad de género y la importancia de las mujeres en la comunidad cristiana.

Esta contradicción resulta especialmente evidente cuando se examina la actitud de Jesús hacia las mujeres según los Evangelios. En un contexto cultural donde las mujeres eran consideradas inferiores, Jesús mostró un comportamiento revolucionario.

En Juan 4:7-26, por ejemplo, sabemos de Jesús conversando abiertamente con una mujer samaritana, rompiendo dos tabúes sociales: hablar con una mujer desconocida en público y relacionarse con alguien de un grupo étnico marginado. No solo habla con ella, sino que le revela su identidad, convirtiéndola en una de las primeras personas a quienes se manifiesta como Cristo.

Igualmente revelador es el papel de las mujeres en la resurrección. En Marcos 16:1-8, son María Magdalena, María la madre de Santiago y Salomé quienes descubren la tumba vacía y reciben el anuncio de la resurrección, convirtiéndose en las primeras apóstolas de la Buena Nueva. Este hecho resulta extraordinario en una sociedad donde el testimonio de las mujeres carecía de valor legal. Por cierto, al Papa Francisco le debemos el reconocimiento de María Magdalena como una figura tan importante como los apóstoles.

La teología feminista contemporánea señala esta disparidad entre la actitud inclusiva de Jesús y la posterior estructuración patriarcal de la Iglesia como una desviación histórica del mensaje cristiano original. El desafío de desmasculinizar la Iglesia católica no consiste simplemente en incluir a más mujeres en estructuras preexistentes, sino en repensar críticamente esas mismas estructuras a la luz del mensaje evangélico.

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Hoy, el verdadero reto para el futuro de la Iglesia católica, tras la muerte del papa Francisco, es determinar si continuará el camino hacia una mayor inclusión o si permanecerá anclada en estructuras patriarcales. La desmasculinización de la Iglesia no es solo una concesión a las demandas contemporáneas de igualdad de género, sino un retorno al mensaje de Jesús, quien trató a las mujeres como iguales en dignidad y como protagonistas en su proyecto de liberación humana.

Para que esta transformación sea auténtica, debería cuestionar los fundamentos teológicos que han justificado la exclusión de las mujeres durante siglos. Solo así la Iglesia podría reconciliar su mensaje con su estructura y ofrecer un testimonio creíble de igualdad en un mundo que sigue luchando contra diversas formas de discriminación de género.

Seguramente, el Cónclave de la realidad supera al de la ficción… y sí que está buena la película de Amazon Prime Video. Veremos pronto el desenlace ofrecido por el Colegio Cardenalicio, fuera de la pantalla.

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Nota del editor: María Elena Esparza Guevara es fundadora de Ola Violeta A.C. Doctoranda en Historia del Pensamiento por la UP y egresada del Programa de Liderazgo de Mujeres de la Universidad de Oxford. Síguela como @MaElenaEsparza Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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