En México, la violencia está normalizada, pero llega a niveles aterradores. Cada día 12 mujeres mueren en manos de su pareja, mientras que la Secretaría de Salud registra 56 niñas, niños y adolescentes víctimas de violencia familiar, de las cuales 50 son mujeres.
Puerta Abierta, un alivio en medio de una ola de violencia contra las mujeres

Esta ola de violencia en contra de nosotras no para. Desde hace muchos años, las mujeres tomamos las calles el #8M para marchar y exigir cambios, pero en materia de seguridad, los avances son escasos.
En medio de este contexto desolador, siempre hay rayos de esperanza. Hace poco conocí la labor de Puerta Abierta I.A.P, una organización en Querétaro fundada hace 20 años por Connie Durán Robertson que apoya el proyecto de vida de niñas, adolescentes y jóvenes de 5 a 24 años que fueron retiradas de su hogar como protección ante situaciones de violencia.
Esta casa hogar es excepcional por dos razones. Primero, todos sus programas están alineados para construir una familia, en la que las tutoras juegan un rol de mamá que han promovido el desarrollo integral de 26 titulares de derechos que han pasado por ahí. Esto incluye atención psicológica, servicios médicos, alimentación saludable, apoyo escolar y actividades recreativas, entre otras.
Segundo, es la primera casa hogar que tiene como prioridad que las titulares alcancen autonomía económica. Esto implica que las acompaña desde que llegan hasta que concluyen educación superior y consiguen un trabajo. Con ello, se busca que no repitan patrones de violencia y menos por falta de recursos.
La misión de Puerta Abierta es increíble y necesaria, pero su alcance es limitado ante la cantidad tan alta de víctimas que hay en nuestro país. Yo lo veo como un curita para detener una hemorragia. Por ello, Connie, la presidenta fundadora, está convencida de que la violencia solo se puede erradicar con prevención en diferentes ámbitos.
En 2015, la fundación desarrolló Paxia® un programa que se puede implementar en escuelas, empresas y comunidades para desarrollar habilidades que requieren los agentes de cambio para prevenir la violencia. En particular, fomenta el pensamiento crítico, la resolución pacífica de conflictos, la comunicación asertiva y la colaboración, todo a través de actividades prácticas que impulsen a las y los individuos a tomar mejores decisiones.
El programa es flexible y se adapta a las necesidades de las organizaciones que lo solicitan. Se adecuan las actividades a las edades de las personas participantes, así como el tiempo y el contenido en función de la duración esperada del programa.
En este #8M, además de marchar, vale la pena reflexionar en qué más podemos hacer desde nuestra trinchera para frenar la incesable ola de violencia en contra de las mujeres.
Con estas líneas espero poner en el radar de quienes me leen una donación directa a Puerta Abierta , así como la posibilidad de invertir en su programa de prevención de violencia. Aunque parezca poco, podría ser ese efecto mariposa que ayude a que más personas en México aprendan a reaccionar pacíficamente y frenen hasta las formas más sutiles de violencia.
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Nota del editor: Fátima Masse es Economista especializada en temas sociales. Síguela en Twitter como @Fatima_Masse . Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas de su autora.
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