Publicidad
Publicidad

Burnout, ¡evita quemarte!

Aunque ahora hay más conciencia sobre el tema del 'burnout', el problema sigue siendo el mismo y no parece tener fin. La gente está agotada, pero de una manera distinta.
jue 27 febrero 2025 06:01 AM
Burnout mujer.jpg
Ahora, el agotamiento es más mental y emocional: las redes sociales, la presión por hacerlo todo y serlo todo, y esa malsana obsesión por mostrarnos siempre perfectos ante el mundo, están destruyendo a las nuevas generaciones de otra manera, apunta Verónica Salame.

Hola a todas y a todos, aquí nuevamente su amiga cincuentona saludándoles con gusto. Hoy quiero conversar con ustedes acerca de uno de esos temas de “moda” que ya forman parte de nuestra vida cotidiana y que vale la pena entender para evitar ser presa sus efectos nocivos: el burnout: un síndrome moderno que tal vez estemos viviendo sin saberlo.

Publicidad

¿Se han puesto a pensar en que, lo que ahora llamamos burnout, la mayoría de nosotros lo vivíamos de chavos sin ni siquiera nombrarlo? Es curioso, porque cuando escucho a las nuevas generaciones hablar de un agotamiento extremo y la necesidad de cuidar su salud física y (especialmente) mental, me da gusto que se haya creado una nueva conciencia, pero también me hace reflexionar en cómo, en nuestra época, todo eso simplemente se ignoraba.

Nosotras, nosotros, de generaciones análogas, crecimos en un mundo donde se trabajaba desde que amanecía hasta que el cuerpo prácticamente colapsaba. No había horario, no había pausa, y tampoco había permiso de quejarse. Los hombres salían a trabajar antes de que sus hijos despertaran y regresaban cuando ya estaban dormidos. ¿Y nosotras? Siempre al pie del cañón, trabajando dentro y fuera de casa, sin que nadie preguntara si estábamos agotadas o si necesitábamos un respiro. La salud emocional no era prioridad; de hecho, ni siquiera era un tema a tratar.

Ahora escucho tanto sobre límites, autocuidado y terapia, y pienso: “¡Qué bueno que ahora existe todo esto!”, pero también me invade cierta nostalgia porque, en nuestros años, la fortaleza se medía por cuánto podías resistir sin derrumbarte. Decir que estabas cansada o que necesitabas ayuda era visto como un síntoma de debilidad. ¿Recuerdas esa frase que escuchábamos todo el tiempo? ”¡No te quejes, que al menos tienes trabajo!”; esa era nuestra brújula, nuestra excusa para seguir, aunque estuviéramos al borde de una crisis.

Y no es que lo quiera romantizar; por el contrario, me duele pensar en todas las familias que se perdieron emocionalmente por la falta de tiempo, y se fracturaron por la deficiente conexión. Los hombres apenas conocían a sus hijos, y nosotras como mamás cargábamos con todo el peso emocional, sin cuestionarlo. Es más, ni siquiera sabíamos que estábamos quemados. Lo que hoy llamamos burnout, para nosotros, era la vida cotidiana.

Lo que me intriga es que, aunque ahora hay más conciencia sobre el tema, el problema sigue siendo el mismo y no parece tener fin. La gente está agotada, pero de una manera distinta. Antes el desgaste era físico, las jornadas interminables y las preocupaciones tangibles, como poner comida en la mesa, pagar las cuentas, conservar el trabajo. Ahora, el agotamiento es más mental y emocional: las redes sociales, la aceptación, la presión por hacerlo todo y serlo todo, y esa malsana obsesión por mostrarnos siempre perfectos ante el mundo, están destruyendo a las nuevas generaciones (y a quien se deje) de otra manera. Las están quemando.

Entonces, ¿qué hacemos?, porque desde mi particular punto de vista, si sabemos que algo está mal, nuestra responsabilidad es hacer algo para cambiarlo, ¿no crees? Considero que el gran aprendizaje que podemos aportar desde nuestra experiencia es enseñar que, si no puedes con todo, ¡no pasa nada!. No está mal bajar el ritmo, delegar y priorizarse. Porque sí, nosotros sobrevivimos a aquella época sin límites, pero no sin consecuencias. Ahora sabemos que la vida no es solo trabajar hasta quemarnos; es también disfrutarnos, a nosotros mismos y a los que amamos.

Publicidad

Así que, amigas, amigos, si alguna vez se sienten culpables por querer descansar, por necesitar un respiro o por no querer cargar con todo, recuérdenlo: no hay medalla de honor para quienes se agotan hasta el extremo. Lo que importa en verdad es encontrar un equilibrio, y ahí, entre el caos, empezar a vivir de verdad.

¿Te parece buena idea si empezamos por nosotros, y apagamos las llamas en nuestra vida?

Nos leemos nuevamente, antes de lo que se imaginan, porque los temas ¡no terminan!

Se despide con cariño: su amiga cincuentona.

____

Nota del editor: Verónica Salame (Instagram @veronica_salame) es una activista social en pro de la igualdad de género, impulsora del proyecto MuXejeres. Miembro del Women International Zionist Organization (WIZO), ex presidenta de la mesa de consejo de Children International. Actualmente es directora de relaciones públicas de la Asociación Mexicana de Mujeres Jefas de Empresa (AMMJE). Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

Publicidad

Tags

OpiniónMujeresSalud

Health Café

Publicidad