Adentrándonos un poco más en el tema, los expertos destacan la relevancia de la brecha de género en la jubilación, ya que la diferencia salarial y la interrupción en las semanas cotizadas, por razones como el embarazo o la maternidad, afectan significativamente las pensiones de las mujeres. Como resultado, suelen recibir montos más bajos que los hombres cuando llega esta etapa de la vida. De acuerdo con el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), la diferencia puede llegar a ser hasta del 29%, dependiendo de la actividad que desempeñen.
Por su parte, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), indica que una persona puede mantener su calidad de vida en la vejez si mantiene para su jubilación, al menos, el 70% de su último sueldo como trabajador activo. Este dato, sin duda, subraya la importancia de planificar el retiro desde una etapa temprana, y es que la anticipación y la prevención lo son todo cuando se trata de tener una jubilación sana.
Es aquí donde el tiempo juega un papel fundamental ya que comenzar a planificar la jubilación después de los 40 años puede ser insuficiente para alcanzar el ingreso total necesario que garantice una vida cómoda y saludable en la vejez. En México, la edad mínima para el retiro es de 65 años, y si no existe una adecuada planeación del futuro y su inversión correspondiente, las consecuencias pueden ser severas para esta etapa de la vida.
En este sentido, si iniciamos nuestro ahorro para nuestra jubilación en edad 40 tendríamos que destinar alrededor del 45% de nuestro ingreso lo cual es totalmente inviable, pero si iniciamos en edad 25, tendríamos que ahorrar alrededor del 15%. Importante mencionar que este porcentaje considera tanto la parte de la seguridad social como nuestros ahorros en otros vehículos.
Sin un ahorro sólido, las mujeres enfrentan mayores desafíos para mantenerse a sí mismas y, de ser el caso, a sus seres queridos que dependan de ellas. El reto no sólo está en garantizar un ingreso suficiente, sino también de disponer de un sistema de apoyo que les permita disfrutar de los frutos de su vida laboral sin comprometer su bienestar.
Aquí es donde entra la importancia de la educación financiera y el fomento de una cultura de ahorro temprano. Ante esto, es necesario que nos cuestionemos si estamos haciendo lo suficiente hoy para asegurar nuestro mañana. Como una mujer que se ha desempeñado en esta área, he visto cómo algunas decisiones pueden ayudarnos a crear un plan a largo plazo y cumplir nuestras metas:
1. Establecer objetivos claros
El primer paso para un retiro exitoso es definir cómo nos gustaría vivir esa etapa. Los especialistas recomiendan que, desde el inicio de la carrera profesional, se piense en las opciones para alcanzar el retiro deseado. Esto implica planear aspectos como el estilo de vida, el tiempo que se planea trabajar y el capital que será necesario acumular.
2. Contar con finanzas sanas y visualizar cómo se desea vivir esta etapa
Para garantizar un retiro cómodo es fundamental mantener finanzas saludables. Esto implica establecer un presupuesto claro, reducir las deudas y evitar endeudamientos innecesarios. Por supuesto, esto se relaciona en cómo imaginamos nuestro día a día: ¿en dónde viviremos?,¿qué tipo de cuidados médicos se podrían necesitar?, entre otros temas a considerar. Esto permitirá ajustar metas financieras y personales, lo que llevará a tomar decisiones más informadas en cuanto a los ahorros y cobertura.
3. Investigar opciones de ahorro e inversión
Hoy en día, existen muchas opciones para ahorrar e invertir a largo plazo. Investigar sobre planes personales de retiro, ahorro en nuestra Afore, planes corporativos de pensiones, seguros para el retiro, cuentas de inversión y otros instrumentos financieros pueden ayudar a multiplicar los ahorros. Es importante contar con una guía o asesor para establecer la mejor estrategia de acuerdo con el perfil de riesgo y objetivos y buscar siempre aquellos que nos ofrezcan alguna ventaja fiscal.