Cometas, el radio y el polonio, la fisión nuclear, el primer lenguaje complejo de ordenador o, algo más reciente, una modificación química que ayudó al desarrollo de vacunas contra Covid-19, fueron descubiertos gracias a mujeres que apostaron por la investigación. Hoy debemos a esta disciplina, entre otras cosas, la tecnología que nos permite innovar en sectores que responden a un contexto digitalizado, como el de ciberseguridad; aunque aún hay retos para que sea una labor completamente diversa y equitativa.
El mundo digital necesita más investigadoras en ciberseguridad
Gracias a que la investigación en ciencia y tecnología se considera vital para el crecimiento de los países, ha aumentado la demanda de expertos y expertas capaces de emprender nuevos descubrimientos, entenderlos y hallar las herramientas para abordar los riesgos que de ellos puedan surgir. El desafío es que hacen falta más profesionistas especializados y, al mismo tiempo, se necesita más talento femenino.
Indudablemente se han dado pasos positivos para reducir la brecha de género en el campo tecnológico; América Latina, por ejemplo, ha registrado grandes avances. Un estudio revela que el 65% de las mujeres en la región que trabajan en tecnología ha visto que la situación, en términos de igualdad de género, se ha nivelado en sus organizaciones durante los últimos años ( Women in tech report ). Asimismo, se ha alcanzado la paridad de género en la proporción de investigadores, pues el 45% del total son mujeres ( ONU Mujeres en STEM ).
A pesar de esto, el talento femenino sigue siendo minoría en diversas áreas del sector tecnológico, incluyendo el de ciberseguridad. Se estima que, a nivel mundial, hay casi 4 millones de puestos disponibles en este campo; pero existe una escasez en la participación de mujeres en él, pues su presencia apenas alcanza 26% de la fuerza laboral ( ISC2 Cybersecurity Workforce Study ). Además, se ha identificado que existen brechas en competencias, como las de investigación de malware y análisis de inteligencia sobre amenazas, que son sumamente valiosas.
En un mundo cada vez más digitalizado, donde los riesgos están en constante evolución, la ciberseguridad es fundamental y la investigación es crítica. Ésta nos permite descubrir y analizar desde nuevas ciberamenazas hasta tendencias cibercriminales clandestinas, así como a los actores que están detrás de ellas, sus movimientos y las nuevas técnicas que implementan a nivel local, regional, e incluso global, pues la mayoría de las amenazas desconocen los límites geográficos.
Con estas evidencias es posible ayudar a organizaciones y usuarios a implementar soluciones específicas y medidas de seguridad para protegerse contra ataques futuros; además de compartir los hallazgos con otros miembros de la industria para crear una base de conocimientos colectiva, combatir a la ciberdelincuencia e incluso entender innovaciones como la Inteligencia Artificial, que hoy está al centro de las discusiones mundiales. Por eso necesitamos generar más investigación, pero la investigación necesita más mujeres.
¿Por qué? En principio, porque es lo justo, pues implica brindar más oportunidades de empleo para que las mujeres puedan crecer personal y profesionalmente en un sector cada vez más relevante en la era digital. Para ello, desde las organizaciones, se deben garantizar experiencias profesionales positivas y proporcionar iniciativas, como programas de tutoría o pasantías, que les ayuden a adquirir experiencia y las habilidades necesarias. Además, a nivel económico, se ha señalado que la inclusión de talento femenino en áreas de investigación y tecnología impactaría en el crecimiento del PIB de los países ( ONU Mujeres en STEM ).
Por otro lado, la actual falta de representación femenina no solo es vista en el área de investigación o el sector de ciberseguridad, sino que deriva de una serie de factores sociales y culturales que deben abordarse desde el hogar y la escuela, espacios cercanos en los que puede despertar el interés en las áreas de ciencia y tecnología, para motivar a las niñas y mujeres a dedicarse a lo que realmente desean.
Al hablar de México y Latinoamérica, la realidad es que existe una baja visibilidad de profesiones relacionadas con la investigación o ciberseguridad, lo que lleva a que las jóvenes las desconozcan, no las contemplen como una oportunidad para su futuro, y a que no existan los role models que puedan inspirar a otras mujeres. De hecho, la falta de representación femenina hizo dudar de ingresar a la industria de TI a 26% de las mujeres mexicanas que hoy forman parte de ella ( Women in tech report ).
Si somos más las investigadoras en ciberseguridad, podemos seguir abriendo camino para nuevas generaciones de mujeres que buscan entender el mundo que las rodea y las amenazas que lo acechan. Todavía nos queda mucho por conocer y esta industria se beneficia del talento diverso, así que, mientras más diversas sean las plantillas de investigación, serán más las preguntas por hacer y responder, guiándonos a descubrir nuevos riesgos, así como soluciones y, por tanto, a construir un mundo más ciberseguro.
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Nota del editor: María Isabel Manjarrez es Investigadora de Seguridad del Equipo Global de Investigación y Análisis para América Latina de Kaspersky. Cuenta con experiencia en la detección de actores de amenaza en la región. Su interés por la ciberseguridad le ha permitido compartir su conocimiento en distintas pláticas en centros educativos en México. Es Ingeniera en Telecomunicaciones y Sistemas Electrónicos por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM). Síguela en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora.
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