Pero veamos, es muy importante entender la diferencia entre “equidad” e “igualdad”. El trabajo en pro de crear cultura que apoye el desarrollo de la mujer no es un tema de igualdad. La igualdad busca otorgar a cada individuo las mismas oportunidades y recursos, mientras que la equidad ofrece a cada persona los recursos necesarios, específicos de su situación personal, para lograr un mismo objetivo. Los esfuerzos deben de ser enfocados en alcanzar un mejor nivel de equidad.
Tomando en cuenta esto, podemos decir que hoy más que nunca se ha buscado crear espacios donde todos, mujeres y hombres, podamos desarrollarnos de manera paralela tanto en lo laboral como en lo personal. Vemos, por ejemplo, que muchas empresas comienzan y siguen reconociendo la importancia de ofrecer a sus colaboradores experiencias y oportunidades que impulsen los objetivos de negocio mientras se cubren las necesidades personales de cada uno. Esto implica que, independiente de si eres hombre o mujer, se busquen personas más capacitadas, ofreciendo la flexibilidad necesaria para que cada una pueda cumplir sus funciones de la manera más balanceada y eficiente.
Hoy en día, también es cierto que activamente se toman acciones para posicionarnos a nosotras las mujeres en puestos directivos, y que las empresas están buscando promover, posicionar y retener nuestro talento.
Sin embargo, el crecimiento de las mujeres dentro del ámbito laboral es también responsabilidad nuestra. La empresa no es la única responsable de “ponernos las oportunidades en charola de plata”. Somos nosotras mismas quienes tenemos que realmente empoderarnos y construir ese camino, levantar la mano, aprovechar las oportunidades, generar nuestra red de aliados, hacer un networking que trabaje en favor de nosotras y nos ayude a crecer y a tomar las mejores decisiones. Todo se resume en ser dueñas y responsables de nuestra carrera, en corresponsabilidad con la empresa.