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¿De víctimas a victimarias?

¿Qué pasa cuando no usamos ‘adecuadamente’ el derecho de ser escuchadas y, por el contrario, abusamos de él con un linchamiento cibernético contra esos supuestos depredadores sexuales? Sí, supuestos.
sáb 25 marzo 2023 05:59 AM
¿De víctimas a victimarias?
Si es que demandamos el mismo derecho que cualquier hombre posee, de ser escuchadas y hacernos respetar, entonces, ¿cómo podrán los hombres protegerse de las despechadas?, apunta Verónica Salame.

(Expansión Mujeres) - Hola, aquí nuevamente tu amiga cincuentona. Cuando comencé con estas colaboraciones, en este espacio de pluralidad, pensé que no sería fácil encontrar temas para escribir, pero vaya que somos una sociedad peculiar; llueven y llueven temas complicados que bien valen la pena ser discutidos.

Soy una apasionada en defender los derechos humanos. Las circunstancias sociales me han encaminado mucho más a los temas de violencia de género básicamente en defensa de las mujeres, probablemente porque somos trending topic, y realmente no me detuve a pensar en los hombres como víctimas, seguramente porque la tendencia mundial ha subrayado a la mujer como la única agraviada, y como mis hijos varones ya están casados -estrenándose como papás y retirados del terreno del ‘ligue’-, no había puesto atención en lo complicado que se ha puesto el tema también para ellos, para ustedes los hombres.

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Hoy en día, las mujeres usamos el maravilloso derecho, recientemente adquirido, de alzar nuestra voz; y no es que no la tuviéramos, pero sí es muy cierto que nos tenían bastante reprimidas, ignoradas, calladas. Hagamos aquí un stop y seamos honestas; no todas somos tan cuerdas, éticas o mesuradas; ahora, no hablamos, ¡gritamos!; no pedimos respeto, ¡lo exigimos!

¡Bravo! Soy la primera en aplaudirnos

Pero, ¿qué pasa cuando no usamos ‘adecuadamente’ el derecho de ser escuchadas y, por el contrario, abusamos de él con un linchamiento cibernético en contra de esos supuestos depredadores sexuales? Sí, supuestos.

¿Por qué supuestos? Aquí va. En los últimos meses y por diversas circunstancias de la vida, he tenido la oportunidad de conocer hombres con pruebas irrefutables de mujeres que han abusado de esa voz, que los han difamado y destruido en redes sociales. Mujeres que han excedido las formas en grupos feministas, en esos foros que han confiado en ellas y las han apoyado incondicionalmente. A la postre, estos hombres a quienes cito y respetaré en el anonimato, han logrado demostrar su inocencia, sí, pero después de que su trabajo, imagen pública, reputación y relaciones personales han sido destrozadas. Sin contar a las familias que han tenido que cambiar de ciudad o peor aún, jóvenes que se han suicidado por no saber manejar el linchamiento público.

Como sociedad, ¿cómo podremos diferenciar esa delgada línea, entre el uso y el abuso?

Es una realidad que no podemos esperar a que todas las mujeres seamos responsables y decentes, y que no hagamos mal uso de este derecho por el que todas hemos librado arduas batallas. Si es que demandamos el mismo derecho que cualquier hombre posee, de ser escuchadas y hacernos respetar, entonces, ¿cómo podrán los hombres protegerse de las despechadas? De aquellas que no entienden el real alcance y gravedad de la palabra abuso, o, por el contrario, el concepto de consentimiento.

Como lo he dicho en este espacio, soy feminista porque soy mujer, pero no odio a los hombres, ni creo que todos son unos ‘malditos’. Mucho menos quiero un mundo en donde ahora hagamos de los hombres nuestras víctimas, porque caeríamos en contradicciones; estaríamos haciendo lo que nosotras pedimos a gritos, no nos hagan.

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Creo que, si queremos igualdad, deberíamos también proteger a los hombres de las mujeres que no son practicantes de la justicia y, por el contrario, son aficionadas al abuso del derecho de alzar la voz. ¡Ya! ¡Protejámonos como sociedad!

Seamos realistas; como mujeres tampoco es conveniente apoyar a este tipo de mujeres, porque nos hacen mala fama. Nosotras mismas debemos exigir y educar a aquellas que aún no comprenden el uso correcto de nuestros derechos.

¿Y por qué no, al igual que ellas difaman a hombres inocentes, (y se trata más bien de una relación mal lograda) nos animáramos a decir la verdad y defenderlos? Porque esto igualmente es un tema de consentimiento; nadie puede obligar a alguien a tener una relación sentimental a raíz de una relación sexual consensuada (que me parecen totalmente válidas). Señalemos, pues, la difamación absurda y mentirosa. SEAMOS JUSTAS.

Nota del editor: Verónica Salame (@Veronicasalame) es una activista social en pro de la igualdad de género, impulsora del proyecto MuXejeres. Miembro del Women International Zionist Organization (WIZO) y ex presidenta de la mesa de consejo de Children International. Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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