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Familias con dos mamás: historias y desafíos de parejas lesbianas

La distancia entre lo que la ley indica y la sociedad practica es grande para las parejas de mamás lesbianas. Incluyen desde discriminación en las escuelas hasta problemas para viajar.
vie 10 mayo 2024 10:43 AM
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Conformar una familia homomaternal tiene complejidades legales y cotidianas profundas, cuenta un testimonio en esta historia.

Cuando Analhi Aguirre quiso viajar junto con sus dos hijos a Argentina en 2019, el agente de viaje le dijo: “por favor, que el vuelo no tenga escalas”. No se lo dijo porque el pasaje saliera más caro o fuera más largo, sino porque de hacerlo, corria el riesgo de, por ser mamá lesbiana, ser detenida -con sus hijos de testigos- en cualquier pais que no tuviera una ley que respaldara la maternidad del mismo género.

“Conformar una familia homomaternal tiene complejidades legales y cotidianas profundas. A diferencia de una pareja heterosexual, en la que los derechos de papá y mamá son adjudicados aun sin estar casados, si dos mujeres deciden ser mamás pero no quieren casarse, solo tendrá derechos sobre el niño o la niña la persona que sea la mamá biológica. La otra no, salvo que pase por el proceso de adopción con todos los trámites legales, el tiempo y el desgaste que eso conlleva”, señala Aguirre, quien es doctora en teoría literaria, gestora académica especialista en lenguaje inclusivo y mamá, junto con Grisel, de Darío y Esteban.

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“Yo jamás pensé que iba a ser madre y que me iba a casar, pero estoy casada, porque para ser mamá en una pareja lesbiana es algo que se necesita para no tener más problemas”, cuenta.

Aguirre opina que la aplicación de la ley de matrimonio y maternidad igualitaria “es muy territorial”. “Si me ven en el aeropuerto y tengo dos menores y me preguntan, ¿de quiénes son?, aunque en el pasaporte está mi apellido, lo que buscan es al papá. Una vez fuimos a Estados Unidos antes de que ellos nacieran, entramos por Houston y me dijeron, “¿usted que es de la otra señorita?. Les respondí que era su esposa, y el tipo en el aeropuerto se rió de mí abiertamente y me dijo: “eso acá eso no existe, así que usted aquí es la amiga”.

Además de esta dificultad, la lingüista se encontró con muchas otras como discriminaciones abiertas a sus hijos por tener “mamás lesbianas” o violencias más estructurales, como que para el dia de la madre solo inviten a una de ellas o les pidan, en el dia del padre, que “una haga de padre”.

“Falta educación, falta que haya más productos culturales como películas, series, libros, en los que se vean representadas las familias homoparentales. La discriminación no va a desaparecer solo porque haya leyes que nos avalen, sino hasta cuando la sociedad naturalice y respete de verdad a las familias diversas”, concluye.

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Las leyes y sus aplicaciones en el país

En México, durante 2019 la Suprema Corte de Justicia fijó un precedente con un amparo en revisión 852/2017, de la ministra Norma Piña, en el que se establece la “comaternidad”, el reconocimiento voluntario de hijos de parejas homoparentales, como parte de la negación, en Aguascalientes, del registro de un menor con sus dos madres. Esta acción dio lugar a que ciertos estados se sumaran a legalizar la maternidad de mamás lesbianas a otros estados que ya lo hacían, como Ciudad de México, Coahuila, Campeche, Colima, Morelos, Querétaro, Chihuahua, Yucatán, Chiapas, San Luis Potosí y Baja California.

“A nivel federal está pendiente regular en el Código Civil Federal el matrimonio igualitario y con ello avanzar también en la regulación del reconocimiento voluntario de hijos o hijas de parejas homoparentales para protegen las regulaciones locales de los estados y enmarcarlas en ley general de acceso de las mujeres a una vida libre de violencia, asi como sumarlo al Código Penal Federal que castiga la discriminación por orientación sexual”, indica Andrea Gutierrez, abogada especialista en género.

“Dice un filósofo jurista que la igualdad es el concepto más amplio de justicia. Y hoy, México no tiene esos mecanismos que la garanticen para las mujeres mamás lesbianas. Nos hace falta más cultura de respeto por la ley, campañas de concientización, visibilización de las violencias, políticas públicas que atiendan estas realidades, crear ministerios públicos con perspectiva de género. Hoy el proceso de una víctima de discriminación por orientación sexual es lento, revictimizante, ineficiente e injusto ”, agrega.

Andrea cuenta que ella tuvo que pasar por momentos en que la violentaron por ser lesbiana. Incluso, narra que un médico le dijo, “ustedes las lesbianas son más violentas que los hombres y después se quejan. Eso pasa todo el tiempo”.

Ana de Alejandro es fundadora de la Red de Madres Lesbianas de México y mamá de Dorian y Derek (junto a Miztli Leal, su actual pareja), y de Santiago y Diego (que tuvo junto a Criseida, su ex pareja). Dice que, desde los tres años, lo que veía era que las mujeres, en algún momento de su vida, accedían a la maternidad.

“Para mí era un estatus deseable y fue algo que siempre anhelé. De chiquita tenía 10 peluches y decía que esos iban a ser mis 10 hijxs, cada uno tenía su nombre. En 2002 intenté salir con la actual madre de mis hijos y fue hasta 2003 que ella me dio el sí. En ese momento mismo le informé que yo deseaba ser madre”, cuenta.

“Cuando Diego y Santiago fueron creados y concebidos, no había una sola ley que tomara en cuenta a las familias lesbomaternales. Así que cuando ellos nacieron, en 2006, únicamente fueron legalmente mis hijos. En 2010 me casé con su mamá, y fue hasta el 20 de agosto de 2013 que la otra mamá de mis hijos les pudo poner los apellidos a través del trámite de reconocimiento en el Registro Civil de la Ciudad de México”, cuenta.

En 2006, con su ex pareja Criseida y Ana abrieron “Las dos mamis, activismo virtual”, un blog para conocer y compartir experiencias con mamás lesbianas de otros países como Argentina, Chile, España y varios estados de México. Además, en 2012 fundó la Red de Madres Lesbianas en México, que empezó con unas 30 mamás, y al día de hoy tiene casi 4 mil socias, desde Tapachula hasta Tijuana.

“En 2012 llegué a la CDMX esperando que la mamá de mis hijos pudiera hacer el reconocimiento de nuestros hijos, es decir, ponerles su apellido. Tuvimos que hacer este proceso que se llama reconocimiento, que es un trámite ante el Registro Civil. Ahora ya es rápido y cualquiera lo puede hacer, pero en aquel entonces fuimos las impulsoras de esta posibilidad”, relata.

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Los procesos de embarazo y adopción en mamás lesbianas

“Con Caro llevo ocho años juntas, y al principio ser mamás no era un tema de conversación cuando empezamos a salir. A medida que pasaron los años y que se consolidó la pareja empezamos a considerarlo. Primero hicimos algunas consultas en un par de centros para entender qué opciones teníamos, de qué iba cada tratamiento. Nos fuimos por la inseminación artificial”, cuenta Magdalena Masseroni, comunicadora y periodista.

“Tuve el privilegio de hacer el tratamiento cómoda y segura, pero hay personas que no. Esta parte del tratamiento de las inyecciones y la preparación fue de alta complejidad”, cuenta.

En el proceso, Magdalena y Carolina pasaron por dos pérdidas de embarazo, con muy fuerte impacto emocional, lo que las puso a repensar la decisión de seguir o no con el tratamiento. “Por un lado se suma el cansancio físico y emocional y también el temor a que nunca sabes con certeza por qué perdiste a esxs bebés. Nos preguntamos, ¿seguimos, no seguimos, qué hacemos? Hoy, después de tres intentos, celebramos el esfuerzo, porque finalmente seremos mamás de Rafaella”, cuenta.

Tanto la familia de Alalhi Aguirre como la de Ana de Alejandro se formaron a través de Tratamientos de Fertilización Asistida. De Alejandro, cuenta que a inicios de 2005 fueron a una consulta con un médico experto en reproducción asistida humana y les explicó los posibles tratamientos a los que podíamos acceder, entre ellos la fertilización in vitro y el método ROPA, recepción de óvulo de la pareja.

“Él nos sugirió utilizar una técnica combinada para no tener claro quién de las dos era la donadora del embrión que al final de cuentas iba a ser gestado. Dijimos que sí, nos pareció muy buena idea, nos dijo los precios y por supuesto cuando vimos que eso no era accesible para nuestras posibilidades, pues nos fuimos de espaldas, pero con la decisión de ahorrar.

“Ahorramos un año y a inicios de 2006 acudimos a la consulta y fue que iniciamos nuestro tratamiento. Cada una donó dos óvulos que fueron fertilizados. De esos dos, a mí me implantaron los dos embriones de ella y un embrión mío que fue el único que pegó. Estos tres embriones me los implantaron y tras dos semanas de haber sido implantados en los primeros resultados nos dimos cuenta que únicamente quedaba en gestación dos bebés. Esos son los dos hijos que tenemos hoy en día, Diego y Santiago.”

Además de la inseminación artificial, también existe la fertilización in vitro y la adopción de hijxs por parte de mamás lesbianas, que este año tuvo un hito cuando Fanny y Syinthia se convirtieron en en la primera pareja en conseguir una adopción homoparental en la entidad.

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