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De nada

Si bien necesitamos que la maternidad tenga el lugar que merece en nuestra sociedad, tangiblemente, a la vez necesitamos quitarle el peso de la pureza y la abnegación.
vie 10 mayo 2024 06:09 AM
De nada
El “gracias, mamá” no debe venir de nuestros hijos y la gratitud de nuestra parte no debe ser solo a la vida por permitirnos ser madres.

Aunque quién sabe cuanta momfluencer me intente convencer de que la gratitud es una forma de disfrutar la maternidad, en la realidad, en el día a día, hay pura ingratitud.

Entre broma y desahogo, desde hace un tiempo reporto como acoso los mensajes que me invitan a disfrutar cada día como si fuera el último en que tendré a mis hijas en casa. Y es que esa no es forma de vivir.

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Aunque en algún momento seguro compartí algo similar, hoy no entiendo la diferencia entre esos mensajes y el marketing del miedo.

Agradecer cuando estás agotada es imposible. El cansancio, el hambre y los pendientes te nublan y sentirte ‘bendecida’ en ese contexto consume demasiada energía.

Cuando eres mamá, las gracias escasean. Esperar que tus hijos reconozcan tu labor y esfuerzo es una locura. Para ellos, es obvio; para ellos, podrías hacer más y ser mejor.

Después de la jornada de trabajo (en la oficina y en la casa), una de mis hijas me suelta un: “mamá, ¿por qué ya no has hecho ejercicio?”; un segundo después, la otra me pregunta por qué no la llevo a acostar hoy. No hay dónde esconderme.

La maternidad es así: puedes darlo todo (según tú) y al final del día, como dice el doctor Gabor Maté, vas a arruinar a tus hijos.

Cuando me preguntan cómo es tener hijos, siempre digo que es lo mejor y lo peor. No hay para mí otra forma de describirlo, porque si midiera esto como un proyecto de trabajo, sería: alto esfuerzo, alto impacto.

Pero tener hijos no es negocio ni ciencia. Es, de hecho, la decisión menos inteligente que alguien puede hacer. Como humanos, tenemos hijos por mil razones; la gratitud no es una de ellas.

Y sin embargo, en el día de las madres es el mensaje más común: “Gracias, mamá”. Y es, al menos en mi imaginario, parte de ese halo de santidad de la madre que ningún favor nos hace.

Si bien necesitamos que la maternidad tenga el lugar que merece en nuestra sociedad, tangiblemente, a la vez necesitamos quitarle el peso de la pureza y la abnegación.

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El “gracias, mamá” no debe venir de nuestros hijos y la gratitud de nuestra parte no debe ser solo a la vida por permitirnos ser madres.

El “gracias, mamá” debe tomar forma de un sistema que no le niegue a las madres salirse dos horas o todo el día para ir al festival del 10 de mayo, por ejemplo. Entonces tendríamos más espacio para sentir gratitud.

Algunos pensarán que por ser malagradecida soy mala madre. Y tal vez lo sea.

Pero, ¿qué creen? También todos somos hijos ingratos.

De nada.

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Nota del editor: Carolina Montes es mamá de dos niñas y es global growth SEO manager en una empresa transnacional. Después de varios años de trabajar en redacciones, cambió el periodismo por la mercadotecnia digital. Estudió una maestría en Estrategias Comerciales y está especializada en el crecimiento orgánico de las marcas. Es creadora de la comunidad Madres Trabajando y miembro de Latinas en SEO. Síguela en Twitter y/o LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.

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