Más allá de profundizar en todos los análisis y estudios que existen alrededor de esto, en este artículo quisiera compartir lo que puede llegar a implicar el no saber enfrentar una situación conflictiva dentro del ambiente laboral.
Cuando hablamos de equipos de alto desempeño, liderazgo, experiencia del colaborador, etc., uno de los asuntos en común es la comunicación, e incluso si retrocedemos un paso, podemos observar que muchas de las situaciones o barreras que tenemos en torno a estas cuestiones, tienen su raíz en ella y, sin duda, en la solución de conflictos.
No todas las organizaciones ponen foco en proporcionarle herramientas y/o capacitación a los colaboradores en este sentido; sin embargo, no saber manejar situaciones conflictivas o de desacuerdo entre los equipos, nos pueden generar una falta de cooperación, disminución en la productividad o incluso que una o varias iniciativas no caminen o funcionen correctamente.
Aunque pueda parecer un proceso largo, nosotras como líderes o colaboradoras podemos comenzar con acciones concretas. David McClelland estableció la teoría de las tres necesidades: logro, se refiere al esfuerzo por sobresalir; afiliación, relacionarse con las demás personas, y poder o influencia, conseguir que los demás individuos se comporten de una manera que no lo harían.
Como lo mencioné en un artículo anterior, es importante buscar la conexión con nuestras colaboradoras, y si en adición logramos identificar cuál es la necesidad que las mueve podría facilitarnos emprender un diálogo desde la empatía.
Ahora bien, Blake y Jane Mouton establecieron la existencia de cinco estilos de solución de conflictos: confrontación, compromiso, facilitación, presión y retirada; no obstante, existen otros pasos, tales como:
- Identificar y evaluar cuál o cuáles son las causas del problema.
- Cómo lo vamos a solucionar (posibles planes de acción).
- Pros y contras de la situación y soluciones propuestas.
- Elegir la acción y/o solución.
- Evaluar cuál es la consecuencia de la acción que se lleve a cabo.