Asimismo, el cambio climático afecta en mayor medida a las poblaciones con menores ingresos, donde la mayor tasa de habitantes son mujeres, y, por ende, son las que más expuestas quedan a los efectos de este fenómeno.
Es imperativo lograr un mayor involucramiento de las mujeres en los esfuerzos para lograr la mitigación y la adaptación climática, ya que ellas tienen una fuerte implicación en iniciativas sostenibles en todo el mundo como son la gestión ambiental, la producción de alimentos, la acción social y la educación de las próximas generaciones.
Nuestro papel en la administración, conservación, explotación y aprovechamiento de los recursos naturales es vital dado que contribuimos de una manera más práctica y eficaz al uso consciente del suelo, el agua y la energía. Sobra decir que las mujeres rurales son las principales productoras agrícolas y trabajan para sostener la seguridad alimentaria de los países, sin embargo, son las que laboran más y ganan menos.
En este sentido, el empoderamiento de las mujeres es crucial para convertirlas en agentes de cambio y alcanzar los tres pilares del desarrollo sostenible, que son el económico, el social y el ambiental. Y aquí la gran pregunta ¿cómo hacemos para que el desarrollo sostenible sea más igualitario?
El cambio hacia la igualdad de género en materia de medio ambiente y sustentabilidad se debe orientar en asegurar la plena participación de las mujeres en los distintos programas y proyectos -tanto en el ámbito privado como en el público-, así como reconocer su rol de liderazgo y su representación como un factor clave para asegurar un desarrollo sostenible.
En este sentido, el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe de la CEPAL, señala algunas recomendaciones para construir un desarrollo sostenible igualitario:
- Modificar el paradigma con el que se analiza el desarrollo y la valoración del producto interno bruto (PIB), ya que la agenda de género y la de medioambiente plantean que este no captura la complejidad de los procesos productivos y de las relaciones sociales, tanto desde el punto de vista del impacto ambiental, como del trabajo no remunerado de las mujeres. Mejorar esto requiere de un esfuerzo empresarial importante.
- Mejorar integralmente la inserción femenina en el empleo y generar políticas públicas de cuidado, que permitan a las mujeres mayor autonomía económica.
- Incluir a las mujeres como actores claves en los procesos de desarrollo, las consultas, el diseño y la implementación de políticas y programas, considerando sus necesidades. Esto significa que se tome en cuenta el tiempo de las mujeres en los procesos de planeación y desarrollo urbano, el suministro de servicios (como agua, energía, transportes), la privatización del agua, las políticas agrícolas, entre otras.