Para darnos una idea de esta situación, datos de la UNESCO indican que solo 28% de los investigadores científicos en el mundo son mujeres. Además, el Centro de Investigación de la Mujer en la Alta Dirección (CIMAD) señala que en nuestro país solo 38% de las mujeres estudian carreras STEM; mientras que en edades tempranas solo el 9% de las jóvenes manifiesta interés en estudiar ciencias o ingeniería.
Y para hablar de nuestros tiempos, tenemos que sumar el impacto que la pandemia de COVID-19 ha tenido en las mujeres en general, pero con particular énfasis en aquellas que se dedican a la ciencia y a la tecnología, quienes han tenido que reducir sus horas dedicadas a la investigación y la publicación, debido a los cambios de estilo de vida y lugar de trabajo, así como el aumento de sus responsabilidades en el hogar.
Al hablar de inclusión en el mundo de la ciencia y tecnología es necesario iniciar hablando de los escasos esfuerzos que se llevan a cabo para aumentar la participación femenina en las carreras vinculadas con las STEM, es una realidad que tiene que abordarse, discutirse y solucionarse.
La promoción de la participación de cada vez más mujeres en este tipo de áreas es fundamental, no solo estamos hablando de los empleos del futuro que serán punta de lanza para la innovación, el bienestar social y el desarrollo sostenible de las nuevas generaciones, sino del empoderamiento de mujeres en una industria donde se necesita de su visión y talento.
Y es que actualmente las mujeres parecen preferir otras especialidades por encima de las matemáticas, física, química, programación y otras ciencias, debido a una cultura arraigada de este tipo de profesiones, las cuales pareciera que solo les corresponden a los hombres. Un dato que lo confirma es que solo el 29% de las mujeres en universidades públicas y 24% en centros de investigación pertenecen al Sistema Nacional de Investigadores (SNI).
Aquí es donde surgen las grandes interrogantes: ¿cómo podemos fomentar en las niñas y las mujeres la formación en las carreras STEM?, ¿cómo podemos capacitarlas para dirigir, innovar y prosperar en el ámbito tecnológico y científico?, ¿cómo podemos empujar este cambio cultural que ha mantenido a tantas mujeres en la raya de la innovación?
Primero, tal y como lo mencioné, es necesario concientizar desde temprana edad la importancia de la participación de mujeres en estas ramas; es necesario, también, transparentar el impacto que estas disciplinas tienen en el desarrollo económico de cualquier país; es fundamental destruir el mito de que las carreras científicas se limitan a permanecer en un laboratorio con poco futuro profesional y, sin duda, acabar con la percepción de que solo los hombres pueden hacerlo.
Las mujeres deben cobrar conciencia de esto desde la más temprana edad y eso implica cambiar pautas culturales en el seno de la familia y la formación elemental, incluso cambiar la idea de que son carreras aburridas.
Enfatizar el futuro de estas carreras es crucial, pues de acuerdo con datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) indican que para el año 2030, 80% de los empleos que actualmente son de mayor demanda, irán desapareciendo gradualmente y serán reemplazados por oportunidades relacionadas con carreras STEM.
Ante esta prospectiva, las empresas enfrentan una creciente necesidad de atraer talento en estas áreas de innovación, tecnología e ingeniería y la oferta de profesionales calificados en carreras STEM no alcanza a cubrir la demanda. En este sentido, la Encuesta de Ocupación y Empleo del INEGI, 8 de los 10 empleos mejor pagados son carreras relacionadas con la ciencia, la tecnología, la ingeniería o las matemáticas; sin embargo, son muy pocas las mujeres mexicanas que pueden acceder a estos trabajos bien remunerados, solo el 12% de las jóvenes se gradúa en alguna carrera STEM.