Son estos contrastes los que nos enfrentan con las distintas caras y tonalidades de una realidad persistente en la sociedad, los hogares y las organizaciones: la brecha de género, así como el rol y posición que desempeñamos las mujeres en los distintos ámbitos en los que nos desarrollamos.
Mucho se ha hablado alrededor de este tema; sin embargo, todavía existe un camino largo por andar y mucho por hacer. En materia de empleo; por ejemplo, si bien ha habido mejoras en los movimientos y la representación del talento femenino, las proyecciones estimadas en diversos estudios demuestran que cerrar la brecha de género será un gran reto en los próximos 10 años.
Pero al mismo tiempo, es también cierto que las organizaciones en México y América Latina han mostrado un incremento exponencial en su interés por incorporar a sus prácticas de talento una vista de Diversidad, Equidad e Inclusión, destacando como prioridad la equidad de género (45%) por encima del resto de las prioridades; sin embargo, no se puede dejar de señalar que asignar prioridad no será suficiente para cerrar la brecha de género en las organizaciones.
Para ello será necesario contar con un compromiso sólido de los líderes que habilite una congruencia entre el decir y el actuar. Según cifras del estudio “Cuando las mujeres prosperan” 72% de las organizaciones indican que las mujeres tienen igualdad de acceso a las oportunidades, pero los contrastes siguen siendo claros, como muestra, en posiciones directivas aún se identifica un dominio total del género masculino con un 85 % del total de posiciones en las organizaciones encuestadas contra tan solo 15% de representación femenina en estos niveles.
Un contraste más puede ser claramente identificado en materia salarial, no solo porque las mujeres realizan la mayor parte de las gestiones del hogar, cuidado de los hijos, etc. sin contar con una remuneración económica, sino también, porque incluso siendo difícil de creer, pueden ser identificadas brechas salariales en México de hasta 11% en posiciones ejecutivas entre hombres y mujeres.
Esto de acuerdo con los datos de la encuesta de remuneración en México, datos que se encuentran también reflejados en las cifras publicadas por el Instituto Mexicano para la Competitividad que nos indica que por cada $100 pesos percibidos por los hombres de manera mensual, las mujeres percibían solamente $85.
Si adicionamos el contraste adicional del desempleo derivado de la crisis generada por la pandemia, nos encontramos con cifras realmente aterradoras, la cifra de desocupación laboral femenina pasó del 3.5% al 6.3%, lo quiere decir que más de 5 millones de mujeres perdieron su empleo.
Por estos y muchos otros contrastes más, es innegable que en nuestro país seguimos teniendo brechas importantes en materia de género, seguimos sin tener equipos directivos diversos, sin generar espacios equitativos de desarrollo, sin contar con esquemas de pago que eliminen las brechas y sin promover el desarrollo de capacidades en nuestras poblaciones femeninas.
Sin embargo, es también innegable que las organizaciones y la sociedad se encuentran frente a una gran oportunidad, se han integrado nuevos esquemas de trabajo flexible, se ha incrementado el presupuesto asignado en las organizaciones para promover la diversidad, la equidad y la inclusión, se identifican esfuerzos importantes por medir y entender las situaciones que viven las mujeres en materia de discriminación, entre otros tantos factores.