Para empezar, invertir tu dinero en vivencias, como los viajes, y no en cosas materiales tiene mayor efecto en tu felicidad porque las experiencias son intrínsecamente personales.
Esto impide que caigas en uno de los vicios más aniquilantes para la felicidad: la comparación.
¿Te ha pasado? Te compras un nuevo celular y sales feliz de la tienda hasta que te enteras que alguien adquirió uno con más atributos y a mejor precio (música dramática de fondo).
Las personas tendemos a compararnos con las demás… y con los objetos es más fácil caer en ello. En cambio, en un viaje, aún cuando un conocido haya viajado al mismo lugar, es menos probable hacerlo porque cada experiencia es única.
Otra ventaja es que es mucho más fácil conectar con el placer y las emociones positivas cuando revives mentalmente tus experiencias de viaje que con alguna compra que hayas hecho.
Por otra parte, los viajes también pueden implicar retos que te saquen de tu zona de confort y te pongan en estado de flow. Este estado mental tiene la particularidad de que quizá en ese momento no experimentes un gozo absoluto, pero ya que pasó, saber que superaste el desafío te aporta el orgullo que brinda sentirte capaz de haber puesto toda tu atención en resolver el reto que implicó.
En un viaje, obtener pequeños logros como familiarizarte con el transporte en una ciudad o conseguir terminar la larga caminata de un sendero abonan a tu confianza para alcanzar una meta o enfrentar una situación.
Y en particular, a las mujeres ¿de qué manera nos benefician los viajes?
Son un laboratorio ideal para probar nuestro nivel de autoeficacia y sentirnos más seguras de nuestras capacidades.
Toma en cuenta que las mujeres tenemos una herencia social muy marcada. Nuestras madres y abuelas fueron educadas durante siglos en la fragilidad. Mucho tiempo se asignó a la mujer roles exclusivos del ámbito privado: cuidar de la familia y encargarse de las tareas domésticas.
Quizá tu realidad fue distinta porque creciste en una generación en la que pudiste elegir más roles e integrarte con facilidad a un contexto laboral. De ser así ¡enhorabuena! el trabajo te ha dado un sentido de eficacia y una autonomía financiera que definitivamente ayuda al concepto que tienes de ti.
Y justamente los viajes representan otro ámbito en el que tienes oportunidad de crecer como persona. Te permiten hacer una pausa para desconectarte de la rutina y reflexionar sobre ciertos temas en los que no te das el tiempo, como los precios tan altos que pagamos por cumplir con el mandato social de la “super-mujer”, que se enfoca únicamente en la belleza, el rendimiento y la perfección.
Platiqué con Bianca Bodero, fundadora de Once, Journeys for women, una agencia de viajes dirigida a mujeres que quieren viajar solas con otras mujeres en México.
La idea surgió a partir del espíritu viajero de Bianca. “Después de haber viajado a muchos destinos tratando de encontrar el lugar ideal, descubrí que el lugar perfecto era yo”.
Por eso emprendió un negocio que aportara a las mujeres la oportunidad de vivir experiencias transformadoras que les permitan verse de una manera que no habían logrado antes. Experiencias que les ayuden a tener una mejor visión de ellas, de su entorno y de sus posibilidades.