Aún no podemos dar nuestro 100% en ningún momento del día, ni a los hijos ni al trabajo. No hay tiempo de calidad para nadie.
Las nuevas variantes nos aterrorizan tanto como al resto y tal vez más, porque amenazan con el cierre de escuelas y la vuelta al aislamiento, con dos años de estrés a cuestas.
Las empresas y quienes no tienen hijos podrían pensar que después de dos años ya deberíamos estar acostumbrados. Y no están equivocados, acostumbrados estamos y sobrevivimos, pero no significa que estemos bien.
En este tiempo, mi familia y yo hemos probado varias cosas para sobrellevar la situación, y también hemos escuchado las historias de otros padres que nos rodean. Algunas situaciones como la nuestra son bastante llevaderas, mientras que otras son de terror.
Por ejemplo, hay madres solteras que han tenido que encerrar a sus hijos en casa para salir a trabajar; hay matrimonios que no sobrevivieron a la presión y hoy están separados; hay quienes perdieron su empleo o enfrentaron una reducción de sueldo de la cual no han podido recuperarse.
Y más allá de todas las políticas públicas necesarias y las acciones que deben tomar las empresas de manera formal, hay cosas prácticas que tú puedes hacer hoy para ayudar a las madres y padres que trabajan contigo.
Van algunas:
1. Pregunta por su horario y su situación. La separación de la vida personal y el trabajo es muy difícil de lograr en este contexto. Necesitas saber cómo es la vida de tus empleados o colegas, para poder ayudarlos.
No significa que te cuenten todas sus penas, pero conocer un poco de su horario y su entorno es fundamental para que sepas cómo darles soporte de manera que puedan mantener su contribución a tu negocio.
Por ejemplo: ¿Sus hijos ya van a la escuela de manera presencial? ¿Qué pasa con la escuela si el semáforo cambia? ¿Cuál es el protocolo si su hijo es sospechoso de COVID, vuelve a casa una semana, dos? ¿Tienen un “plan b” para cuidar a los niños? ¿Qué edad tienen los hijos? ¿Se pueden cuidar “solos” mientras ella o él trabajan?
2. Establece horarios amigables de juntas y en lo posible, redúcelas. Hay muchas versiones de esto: el viernes sin reuniones, promover la idea de preguntarse si la llamada podría ser un correo o un mensaje, definir horarios matutinos para juntas, entre otras. Si tu equipo es pequeño, habla con la persona que lo necesite y especifica a cuáles llamadas debe conectarse y de cuáles puede prescindir.
3. Si puedes abrir tu oficina a los padres, hazlo. No todas las personas tienen espacios adecuados para trabajar y, a veces, aunque los tengan, la opción de ir a la oficina a despejarse al menos un día puede hacer una gran diferencia en la productividad de las madres.
4. Provee todas las herramientas posibles. Muchas compañías no dan a sus empleados todas las herramientas necesarias para hacer su trabajo, pero exigen como si así lo hicieran. Eso incluye, por ejemplo, un buen internet. El tiempo de las madres que trabajan debe ser altamente productivo, así que una conexión decente no solo reducirá su frustración sino que le permitirá hacer más en menos tiempo.