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La mentoría adecuada puede cambiar por completo el rumbo de una carrera

Buscar al mentor o mentora correcta requiere autoconocimiento. Saber qué se quiere, qué se necesita y en qué momento profesional se está.
jue 24 abril 2025 12:50 PM
¿Cómo la mentoría puede fortalecer tu carrera profesional?
La mentoría no es una hora al mes para platicar. Si se toma en serio, implica tiempo, preparación, incluso tareas fuera de la sesión.

Pedir ayuda no es un signo de debilidad, sino de inteligencia profesional. Y encontrar una mentora o un mentor adecuado puede cambiar por completo el rumbo de una carrera. Esa fue una de las ideas centrales que atravesó el panel de presentación del programa Mentoras Expansión, una iniciativa creada por el equipo editorial de Expansión para impulsar a mujeres que no forman parte del ranking de las 100 más poderosas, pero que tienen todo el potencial para estar ahí.

En un mercado laboral donde las reglas no siempre están escritas y donde la carga mental, el miedo al error o el síndrome del impostor pueden volverse obstáculos silenciosos, tener una guía con experiencia, generosidad y mirada estratégica puede marcar una diferencia real. Una buena mentora o mentor no solo acompaña, desafía, observa desde fuera y pone en palabras lo que muchas veces no se alcanza a ver desde adentro.

“Una mentoría no es terapia ni apapacho. Es acompañamiento con estructura y objetivos”, dijo Juana Ramírez, fundadora de Grupo Sohin, quien además insistió en que el proceso no debe centrarse en opiniones, sino en argumentos sólidos. “Implica poner tu justificación sobre la mesa, no nada más tu opinión”, afirmó.

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¿Cómo se elige a una buena mentora?

La respuesta no está en el cargo ni en la trayectoria, sino en la química. “Una mentora no es tu terapeuta ni es tu mamá. Puede ser la persona más sabia, pero si no hay confianza, no va a funcionar”, advirtió Mónica Flores, presidenta de Manpower Latinoamérica. Y no todos los perfiles son compatibles. “Desconfíen de quien diga que puede ayudarte en todo. Un buen mentor sabe en qué sí puede aportar y en qué no”.

Ese vínculo, para que funcione, necesita estructura. Tener un objetivo claro, delimitar el número de sesiones y establecer un marco de trabajo es indispensable para que no se vuelva solo una serie de conversaciones informales.

“La mentoría no es una hora al mes para platicar. Si se toma en serio, implica tiempo, preparación, incluso tareas fuera de la sesión”, señaló Alina Hernández, directora de Asuntos Corporativos en Kellanova México.

Más allá del conocimiento técnico, lo que debe buscarse es alguien que incomode de forma constructiva. “Una mentora debe decirte: ‘tu forma de comunicar no está siendo efectiva’ o ‘no has considerado otro camino profesional’. Ese tipo de retroalimentación, aunque duela, es lo que te permite crecer”, explicó Hernández.

Para encontrar a la persona correcta también se requiere autoconocimiento. Saber qué se quiere, qué se necesita y en qué momento profesional se está. Para Maribel Dos Santos, directora general de Oracle México, es fundamental identificar con honestidad las propias fortalezas y debilidades.

“Cuando tengas dudas, aplica tu mayor fortaleza. Y cuando identifiques una debilidad, tienes dos caminos: estudia para mejorarla o rodéate de gente que te complemente”, compartió.

A lo largo del panel, cada una de las participantes también reveló el mejor consejo profesional que han recibido. Consejos que, en muchos casos, llegaron de alguien que les abrió una puerta, les mostró un camino o simplemente confió en ellas antes de que lo hicieran ellas mismas.

Hernández recordó cuando una jefa le dijo: “No te permito que no te animes a ponerte un saco que no te queda hoy, porque te va a quedar después”. Ese consejo, compartido en un momento de inseguridad, terminó por impulsarla a tomar un rol más ambicioso. En contraste, también mencionó uno de los peores consejos que le dieron: no participar en una vacante más alta para evitar “el desgaste” si no resultaba seleccionada.

Ramírez, por su parte, compartió dos frases que marcaron su trayectoria. Una de su abuela. “Hay gente que no necesita esforzarse y que se nota aunque esté callada”. La otra, más reciente, pero igualmente poderosa. “Abrazar la incomodidad. Buscar tener una vida cómodamente incómoda y encontrar en la incomodidad la certeza de la transformación”.

Mónica Flores sumó su propio mantra, heredado de su padre. “No vengo a ver si puedo, sino porque puedo vengo”. Una frase que, dijo, le ha servido como impulso en momentos de duda y que resume el tipo de mentalidad que busca cultivar desde su rol como mentora.

Más que un consejo puntual, la mentoría también implica una inversión emocional. Abrirse, compartir miedos, aceptar que no se tienen todas las respuestas y estar dispuesta a ser desafiada requiere madurez profesional. “Mentorear exige tiempo, conciencia, experiencia y generosidad. Y si no puedes dar eso ahora, quizá no sea tu momento”, señaló Hernández.

Del otro lado, ser mentora también transforma. “Es parte de tu legado”, dijo Flores. Pero también es una fuente de aprendizaje mutuo. “Yo aprendo mucho de las generaciones más jóvenes. A veces termina siendo un reverse mentoring”.

En sectores como el tecnológico, donde solo el 2% de los puestos de liderazgo están ocupados por mujeres, como refirió Dos Santos, la mentoría se vuelve no solo relevante, sino estratégica. Es una forma de acelerar procesos, aumentar la confianza, fortalecer la presencia femenina en puestos de toma de decisiones y, sobre todo, de sostenerse en esos espacios.

Porque no basta con llegar. “No es tan sencillo mantenerse”, advirtió Flores. “Y no solo para mujeres, también para hombres. Pero mientras sigamos siendo pocas, necesitamos más herramientas. El talento no tiene género, pero la estructura del poder sí. Y cambiar eso no lo logra una sola, lo logramos en red. (…) Hay un lugar reservado en el infierno para aquellas mujeres que no apoyan a otras”.

Por eso la mentoría importa. Porque crea puentes entre quienes ya recorrieron el camino y quienes apenas lo están trazando. Porque transforma dudas en estrategias, miedos en decisiones y conexiones en redes de apoyo reales. Y porque, como dijo Ramírez, no necesitamos 100 mujeres poderosas, necesitamos 10,000. Todo eso empieza con una conversación bien elegida.

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